El movimiento de estos peces en aguas más profundas se restringió a grupos con forma de cuerpo flexible, que pudieron usar su mayor movilidad para desplazarse a aguas más profundas y establecerse durante los siguientes 20 millones de años, durante los periodos silúrico y devónico. La investigación mostró que los peces rígidos con armazones más pesados tendrían una capacidad de natación limitada y no habrían podido dispersarse en aguas más profundas.
"Una de las razones por las que estos fósiles han sido difíciles de estudiar es precisamente por el área en la que se encuentran. La acción de las olas en el área oceánica poco profunda los convirtió en pequeños fragmentos", subrayó la coautora del estudio Lauren Sallan, paleobióloga de la Universidad de Pensilvania.
El equipo se dio cuenta de que las rocas en las que se conservaban muchos de los primeros peces se formaron en ambientes extremadamente similares, lo que sugiere que aún había características desconocidas en estos entornos que podrían ser particularmente ventajosas para impulsar la evolución de los peces. "Aún no sabemos exactamente qué era especial en aquellos ambientes marinos tempranos y poco profundos que permitieron a los primeros peces dar los primeros pasos evolutivos, pero creemos que proporcionaron 'puntos calientes' evolutivos, responsables de generar esta rica diversidad", dijó Sansom.
Y agregó: "Este trabajo destaca la importancia de estas áreas cercanas a la costa, cada vez más vulnerables para la evolución de las especies. Las amenazas modernas de cambio climático, niveles elevados del mar, pesca excesiva y contaminación podrían tener efectos extremadamente dañinos en la futura diversificación de las especies".