El tiempo apremia y la ley que ha hecho aprobar el MAS con una movida sucia obliga a los partidos políticos a registrar precipitadamente sus alianzas en el curso de las próximas dos semanas. Ante tal situación, no queda sino decidirse por el candidato que pueda derrotar a S.E. según todas las encuestas. La meta es esa y no hay otra medición a estas alturas.
Tal vez Mesa no sea el ideal entre los políticos que pugnan por la presidencia para el 2019 y puede aparecer un meteorito que arrase con su carisma, pero eso no se ve venir. Algunos cruceños, por ejemplo, recuerdan que Mesa nos ofendió al decirnos que teníamos mentalidad de campanario en cuestiones políticas. Y otros no olvidan tampoco que durante su gestión empezó a ahondarse un resentimiento camba-colla, que se profundizó con la sucesión presidencial que excluyó injustamente a Hormando Vaca-Díez. Eso pasó, fue censurable, pero no es peor a lo que nos ha hecho S.E.
Lo grave es lo que sucede hoy cuando los masistas, acudiendo a enredos legales, reafirman que su binomio electoral será Morales-García. No vamos a caer en la impostura de S.E. y de sus peones del Tribunal Constitucional, porque produce ira y pena ver cómo han burlado la Constitución, pero, aunque queda una casi nula esperanza en el Supremo Tribunal Electoral, S.E. está decidido a atropellar todo con tal de no soltar el poder. Hay que luchar hasta el último día para que se imponga la ley y hay que desconocer el embaucamiento a que se nos quiere someter, conscientes de que la trampa se ha cerrado y que ha fracturado a la democracia si es que ya no la ha herido de muerte.
De lo que no cabe duda es que entre S.E., que no hace sino entregar “regalos”, bailar, no leer informes ni libros, volar de un sitio a otro, no sentarse a gobernar, Mesa es todo lo opuesto. Con sus luces y sombras, al candidato del FRI no se lo puede comparar ni en broma con S.E. a quien ya ni sus colegas lo soportan.
Ahora bien, hay que cuidarse de conocidos “opinadores” masistas, siempre llenos de ponzoña y odio contra los cruceños, que pretenden separar a Mesa de Rubén Costas, porque quieren repetir otro Gobierno andino y saben que en esa unión está la llave de un Gobierno distinto. Con ese afán tortuoso y taimado afirman que los “verdes” no tienen peso electoral, que son una rémora, y tonterías como que Costas debería actuar solo en el ámbito regional. Menos mal que Costas ya se ha reunido con Mesa, Quiroga, Doria Medina, Revilla, Cárdenas, tal vez con Paz Zamora y con algunas de las plataformas del 21-F. De la ciudadanía indignada saldrá el nuevo impulso que echará afuera al candidato masista, sea el que sea, donde Santa Cruz tendrá la gravitación que le da su poder económico y no como hoy que vive con el dogal en el cuello y que cuenta con una solitaria ministra en un Gabinete de más de 20.
En cuanto a la composición de la nueva administración, no hay necesidad de hacer adivinanzas, aunque, con seguridad, será bastante mejor que los penosos gabinetes que durante 13 años han venido acompañando a S.E. Con solo pensar en la troika Choquehuanca-Huanacuni-Pari, conduciendo las relaciones internacionales, es suficiente. El descalabro diplomático ha sido total, pero a la hora de sacar las cuentas habrá tiempo de ver lo acontecido con el resto.
O la mayoría opositora respalda al primero en las encuestas o aguantamos cinco años más a S.E. Es cuestión de elegir. Somos los bolivianos los únicos que, por nuestra cuenta, nos vamos a salvar o a hundir más aún. Nada hay que esperar de afuera. Venezuela recibe toda la crítica del planeta y nadie mueve a Maduro. Es que Maduro, como S.E., tienen plata y a los militares en el bolsillo. Sin necesidad de un Bolsonaro, sin traumas ni miedo, vamos a votar por el cambio para ganar y rechazar la muerte lenta a la que estamos sometidos.
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