Mientras una parte del mundo rico y desarrollado cuenta con exceso de dinero y bienes no solamente para sufragar hasta sus máximas necesidades y lo emplea en armar ejércitos y hasta promover mayor investigación para fabricar armas más letales que las existentes, hay un mundo de miseria, pobreza, hambre y enfermedades en la mayoría de la población mundial.
Un estudio del Banco Mundial sostiene: “El 46% de la población mundial; es decir, 3,400 millones de personas viven con menos de 5,50 dólares al día, lo que supone que ‘tienen grandes dificultades’ para satisfacer sus necesidades básicas”. En su estudio, el Banco Mundial “establece como parámetros, que tener menos de 3,20 dólares diarios significa estar en situación de pobreza en países de ingreso-mediano bajo, mientras que 5,50 dólares es la cantidad límite que marca una condición de indigencia” (ED 18/X/18).
Los datos, más que precisos y contundentes, son dramáticos y, sobre todo, muestran hasta qué punto ha llegado la humanidad, puesto que según estudios realizados por la misma organización, conjuntamente el Fondo Monetario Internacional, “la pobreza ataca, a más del 60% de la población; que solamente un 33% se vería favorecida por contar con medios financieros que le permita vida digna”. Estas realidades bien podían, desde hace muchos años, despertar la conciencia de los dirigentes de naciones ricas y desarrolladas que podrían conseguir que la riqueza acumulada en menos de un mil personas en todo el mundo, podría favorecer a miles de millones de personas y sacarlas de extremos estados de pobreza; pero, vencidos por la soberbia y la petulancia, nada hacen por conseguir situaciones que permitan tener en cuenta que los pobres son también parte de la humanidad y que merecen vivir en condiciones dignas.
Los ricos y desarrollados deben tomar en cuenta que los pobres no buscan ayudas ni donaciones de quienes poseen mucho, sino que se invierta y sean creadas empresas y organizaciones que generen riqueza y provean empleo; que los países pobres, mediante su trabajo y producción, obtengan utilidades que, en buena parte, incrementen la riqueza de quienes hayan invertido los capitales precisos como son los financieros, tecnológicos y humanos que son necesarios para conseguir desarrollo y progreso. En el mundo rico existe el criterio equivocado de que “los pobres piden, solo piden que se les dé” cuando la realidad es diferente: los pobres buscan crear riqueza, promover empleo, ayudar al fortalecimiento del desarrollo y progreso de todos los países, evitando gastos dispendiosos en guerras, fabricación de armas y combatiendo todo lo que significa mayor atraso y pobreza y, para todo ello, existen los valores humanos en ese mundo pobre que solo quiere equidad y justicia para salir de la sima de pobreza en que se debaten.
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