Cuatro de cada diez
Las redes sociales resultaron como el mejor medio para difundir las prácticas que dañan a los adolescentes que afrontan problemas emocionales, sin control de los padres
Según un estudio de la Asociación Boliviana de Lucha Contra la Autolesión (ABLA), en Bolivia alrededor cuatro de cada 10 adolescentes se provocan autolesiones como una forma de alivio al dolor emocional.
La autolesión es un problema que está de moda en los adolescentes. Se expresa a través de jalones de pelo, golpes en la cabeza y cortes en diferentes partes del cuerpo. Estas personas se expresan de esta manera debido a que no saben cómo manifestar sus emociones, explica a El Compadre el presidente de ABLA, Santiago Valda.
Las estadísticas de dos ciudades: La Paz y Cochabamba, reflejan que el problema de las autolesiones va en ascenso. Es así que en el municipio de La Paz, la Defensoría de la Niñez y Adolescencia atiende por semana cerca de 10 casos de “cutting”. Sin embargo, la cifra en Cochabamba va en incremento toda vez que en 2016 se registraron 12 casos y en 2017 la cantidad subió a 90.
El anterior lunes, la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen de El Alto (Felcc) atendió un caso masivo de cutting. Se trata de 26 estudiantes de una unidad educativa del Distrito 8 en cuyos cuerpos hallaron signos de autolesiones. De esa cifra, el 70 por ciento correspondía a mujeres y el 30 por ciento a varones. En algún caso se llegó a contar más de 200 lesiones.
Algo insólito del caso, es que algunos padres de familia de los adolescentes pretendieron justificar el hecho con la versión de que el gato que tienen como mascota en su casa le ocasionó esas lesiones a su hija.
Otros padres de familia se ofuscaron con el director del establecimiento educativo por haber dado parte a la Policía.
El cutting es una palabra en inglés que significa corte y es la forma más conocida de autolesión. A través de él, los adolescentes buscan liberar sus angustias emocionales cortándose los brazos, muslos, abdomen o entrepiernas.
Los casos son más frecuentes en adolescentes de 13 a 18 años, aunque ABLA ha recibido también casos de niños de ocho años a jóvenes de 25, pero también se da en adultos.
“Los adolescentes recurren a esto porque tienen un sufrimiento emocional muy fuerte y la única forma de poder canalizar ese problema es recurrir a las autolesiones”, mencionó Valda.
Según Valda, la práctica del cutting en adolescentes suele expandirse a través del “contagio social”, es decir que un adolescente que practica esta autolesión lo comenta con sus pares y aunque en la primera vez causa desconcierto en ellos, más adelante recurren a lo mismo cuando atraviesan por un problema.
Según la experiencia clínica del entrevistado, las que más practican el cutting son las mujeres y atribuye este hecho a trastornos alimenticios como la bulimia nerviosa y la autolesión se produce porque sienten rechazo a su cuerpo.
En cambio los varones tienden a autolesionarse por una especie de juego o curiosidad. Sin embargo, solo se tratan de algunos casos pues la mayoría recurre a esta práctica por problemas emocionales a consecuencia de factores como la violencia intrafamiliar, el bulliyng, la baja autoestima, entre otros.
Por su parte, el psicólogo de la Defensoría del Macrodistrito Cotahuma, Roger Cuevas, atribuyó el caso de los estudiantes de El Alto a que se trata de un grupo que realizan ciertas acciones en conjunto y una de ellas es el cutting. “Este caso demuestra que ellos actúan en unidad”, afirmó.
Sobre la influencia de las redes sociales, Cuevas confirmó que son un peligro para difundir la práctica del cutting, puesto que existen perfiles de los mismos adolescentes que suben fotografías e información sobre las lesiones que ellos se practican e y de esa manera incitan a sus seguidores a imitarlos.
“Las fotos de brazos y piernas marcados con cuchillos u otros instrumentos cortantes se difunden y se encuentran por redes sociales. Los jóvenes comparten sus autolesiones sin pudor y con un cierto fulgor de reivindicación de su desgracia. Incluso hay algunos sitios web donde comparten desde cómo esconder las cicatrices por autolesiones a justificar los motivos para hacerlo”, explicó.
Otra situación que llamó la atención a las autoridades de El Alto, es que algunas adolescentes tenían al menos 200 marcas en su cuerpo. Cuevas explica a esa actitud como conclusiva, es decir que al igual que las drogas y el alcohol, el cutting puede convertirse en una adicción.
“Ante la tendencia ascendente de los caos de cutting, es necesario que los padres de familia estén alertas. Muchas veces las actividades laborales impiden que la comunicación con sus hijos sea la adecuada, pero se debe hacer un esfuerzo para brindar más atención”, exhortó Cuevas. (urgentebo.com)
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