Infanticidios en hogares

Decisiones precipitadas, rabia, venganza o deseo de dañar a la pareja, por conflictos sentimentales, están ocasionando que hijos e hijas de parejas conflictivas no encuentren protección dentro de sus hogares.

En el país, más de cuatro casos alarmaron a la población, al darse a conocer que los propios progenitores de niños y niñas han decidido quitarles la vida, de la manera más cruel, confundiendo responsabilidad con pertenencia.

Pero las vidas de nuestros hijos no nos pertenecen, por ello matar al prójimo no solo es un pecado bíblico, sino ante las leyes terrenales el infanticidio es uno de los peores hechos cometidos. Es que se da muerte a un ser indefenso, que solo espera cariño y tiene confianza en la madre o el padre que le da de comer.

Cerca de 26 infanticidios a nivel nacional demuestran que no todas las personas están aptas para traer hijos al mundo, por la violencia que ejercen en contra de menores, por el abandono o la muerte de ellos.

En Cochabamba, en la presente gestión se dio a conocer más de tres hechos, donde las madres de menores por “venganza” debido a que sus parejas se alejaron del núcleo familiar, envenenaron a sus hijos, les dieron muerte y se suicidaron.

Mientras que en El Alto, en dos casos el padre de familia, luego de discutir con su esposa por celos, trató de cometer infanticidio, para luego suicidarse.

La doctora en psicología Rosario Larrea aseguró que los padres o madres que deciden asesinar a sus hijos, solo buscan destruir a su pareja, conducta que es motivada por lo emocional. “Se busca generar dolor al otro, por abandono o engaño, que es la forma de destruirlo en la mente. Esa proyección en contra del otro, se aplica a los hijos”, manifestó. Luego de cometer el infanticidio, el padre o la madre que comete este delito recupera el racionamiento, aunque al no poder enfrentar el hecho, opta por suicidarse.

La especialista Larrea aseguró que en muchos casos en la pareja priman más las emociones personales, antes que la estabilidad y defensa de los derechos de hijos e hijas. Hay una alta dependencia emocional amarrada hacia la pareja, encegueciendo el razonamiento, dejando sin protección a sus descendientes.