Se acercan plazos perentorios para lo que serán las inéditas Elecciones Primarias del 27 de enero de 2019, como requisito habilitante para las Elecciones Generales de octubre de ese mismo año, y el panorama electoral está más que movido, pero con tendencias que serán confirmadas con el devenir de los días.
La oposición no estará unificada como es el deseo de buena parte de la población, debido a la mentalidad caudillista que impera en la política nacional; la lógica simplista de “unidad sí, pero conmigo a la cabeza” ha sido la base de toda negociación política desde catorce años atrás. Por supuesto que, a título de “unidad”, habrá dos grandes bloques opositores que se pelearán por el mismo segmento de votantes opositores al partido de Gobierno, con resultado previsible.
No hay de qué sorprenderse cuando, en el actual escenario político que, a gritos, pedía renovación de cuadros y nuevos liderazgos, los candidatos, generalizándolos, vienen haciendo política desde los años 70. Si bien surgieron nuevos actores en torno al “21F”, los mismos no han sabido entender que toda lucha se hace tanto en las calles como en las urnas, y que en sus manos estaba el renovar la política, mas terminaron convirtiéndose en estructura de los candidatos, aunque muchos, de seguro, ocuparán espacios en la Asamblea Legislativa Plurinacional.
Si piensan que el Movimiento al Socialismo está muerto, se encuentran equivocados. Es evidente que el ejercicio mismo del poder desgasta a quien se encuentre gobernando, pero este partido es el único estructurado en los 339 municipios del país, con fuerte presencia en el área rural, con diversos sectores que lo componen, a diferencia de la oposición que, salvo atisbos aislados, todavía no sabe y no quiere entender que la sola suma de esfuerzos no genera acción. Mientras que el MAS trabaja su militancia los 365 días del año, la oposición lo hace un año antes de las elecciones.
Las Primarias únicamente definirán los binomios presidenciales. Sin embargo, la verdadera lucha será en el Legislativo, donde el MAS tiene ventaja ya que le ha sido más fácil, en estos años, obtener parlamentarios opositores que al revés.
¿A qué apuestan los candidatos opositores? ¿A ganar la mismísima Presidencia? ¿A arrebatarle los 2/3 legislativos del MAS? En este momento, el ser opositor implica mayor ventaja que ser oficialista debido a errores y desaciertos gubernamentales, pero, fuera de la crítica y cobertura de medios de prensa y redes sociales, cabe una pregunta adicional: ¿Las mismas habrán afectado la estructura votacional oficialista?, es decir, podrán los votantes masistas migrar hacia determinada candidatura opositora… Ahí está el summum de todo este asunto.
El autor es abogado.
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