El pago por el Estado Plurinacional y los empresarios privados entrará en aplicación inevitablemente por tercera vez a partir de diciembre próximo, por decisión del gobierno de Evo Morales Ayma. Pero, cabe preguntarse: ¿Quién gana y quién pierde con este beneficio monetario? La respuesta es fácil.
Una masa de dinero de mil millones de dólares será pagada a un sector privilegiado de la sociedad, formado por trabajadores estatales y privados, quienes dispondrán de ese dinero para adquirir principalmente diversos productos, en su gran mayoría de origen extranjero y que provienen de las importaciones con divisas-oro que realizan grandes y pequeños comerciantes legales e ilegales, el contrabando masivo y el mismo Estado. Esa caudalosa cantidad de artículos importados proviene de diversos países productores, en especial China.
Dichos mil millones de dólares -según cuenta oficial-, servirán a los beneficiarios para comprar las mercancías extranjeras que inundan los mercados y adquirir pequeñas cantidades de productos nacionales que en muy pequeño volumen todavía se encuentran en los centros de consumo locales, ya que el país ha dejado de producirlos o han ido desplazados por productos extranjeros, por la competencia, precios bajos, etc.
Después de unos quince años de comercio libre con el exterior y antiproteccionismo con el interior del país, resultado de una política antieconómica y lesiva a los intereses del Estado y la Constitución, el consumidor boliviano ya solo prefiere artículos extranjeros y desprecia los nacionales, estando en función así un sistema con tendencia a crecer, sin esperanza de reversión.
Por tanto, esa masa millonaria de divisas-oro que fuga del país y sirve para inversiones y enriquecimiento de economías extranjeras, está destinada exclusivamente al empobrecimiento de la economía boliviana. En esa forma, el llamado segundo aguinaldo no sirve a los obreros y empleados públicos que lo reciben. En efecto, ese aguinaldo que significa la fuga de ese capital es, por tanto, un error, una conducta antieconómica.
En conclusión se puede decir que los beneficiados con el segundo aguinaldo no somos los trabajadores bolivianos sino los países extranjeros que llenan nuestros mercados con sus productos industriales y agrícolas y se llevan nuestras divisas y nos dejan basura. Uno de esos países, que inunda Bolivia con sus productos en proporciones masivas, es China.
También se benefician con nuestras divisas las economías de Perú, Chile, Brasil, Argentina y otras naciones que ven en Bolivia un ideal mercado de consumo para productos que se evaporan, y recibir, en cambio, millones de dólares que les sirven para fortalecer sus industrias, hacer inversiones y grandes negocios. Con más precisión, el segundo aguinaldo beneficia a países extranjeros, en especial China.
La fuga de esa suma gigantesca de dinero, por vía del segundo aguinaldo, es altamente lesiva para la Nación boliviana y su aplicación es incompatible con el ejercicio de las funciones públicas. Es más, ese pago significa para Bolivia su empobrecimiento, una sangría, sin tener en cuenta que determina la ruina del mismo Estado, la industria, la agricultura, la economía en general.
Otra cosa habría sido que los mil millones de dólares de ese “aguinaldo” fuesen destinados a comprar y consumir la producción nacional, lo que significaría el enriquecimiento del país. Se evitaría así la fuga de divisas y derroche de capitales, vale decir medidas incompatibles con el ejercicio de las funciones públicas y conducta antieconómica.
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