Le escuché exclamar a una persona de reputación centrada: cómo es posible que vuelvan los “derechistas”. Mientras otra, apreciada por sus atributos, dijo: los “izquierdistas” quieren quedarse más. La gente que se hallaba alrededor de ambos, demostró apatía, lo cual dejó inferir que para ellos ambas expresiones carecían de importancia, y se limitaron a murmurar en voz baja: “yo no vivo de la política”, “a mí no me da de comer”. Conversando posteriormente con ellas se estableció que lo que quisieron decir fue que ya no creen en “izquierdas” ni “derechas”. Algo que virtualmente sucede en todo sitio, ya que desde hace algún tiempo nuestra gente ha perdido el norte, o el sur, como prefieran, en torno a lo que en realidad tendrían que ser, o fueron, la “derecha” e “izquierda”, pues con la serie de contingencias que se dan en el mundo algunos “izquierdistas” de hoy parecieran ser más “derechistas” que otra cosa, y a la inversa.
“Estas ideologías no son más que parte de siglos pasados, en estas novísimas épocas ya no funcionan; son utilizadas sólo por nostálgicos de la “cortina de hierro”, la “guerra fría”, las dictaduras militares, y cuándo no de todo reprobable acto adoptado por el ser humano que no deja de ser el propio lobo del hombre”, convinimos al intercambiar criterios. Decir por ejemplo que hoy las “mayorías nacionales” son de cualquiera de esas tendencias es aventurarse en extremos, aunque algunos o muchos dirigentes, por conveniencias, puedan adoptar esas posturas. No deja de ser cierto que no se necesita ser “izquierdista” para luchar contra la delincuencia que crece ya en forma alarmante, o ser “derechista” para luchar contra el flagelo del narcotráfico, y no se hace necesario ser de alguna de ambas tendencias para atender las demandas sociales, las necesidades del país y sus pobladores, en la búsqueda incesante de justicia y paz social. Otras muestras que son motivo de observaciones se refieren a que solamente algún segmento de la sociedad goza de una jubilación con el 100 por ciento, mientras la generalidad no; el anunciado doble aguinaldo beneficia en mayor grado a la administración pública, y no al conjunto; los desempleados no reciben ayuda estatal, etc., ante lo cual nuestra gente cree que “no se necesita estar en la derecha o izquierda para atender y solucionar todo ese cúmulo de injusticias y falencias que aún existen”.
Entonces, el ser “derechista” o “izquierdista”, en este siglo XXI ya parece ser un dislate, o sea, un disparate, error, hecho o dicho sin sentido común, tal como se destaca en los diccionarios de nuestra lengua. Por lo demás, nuestra población requiere de respuestas y acciones que, se estima, sólo pueden darla quienes son personas sensatas, compenetradas de la realidad, sobre todo de los que menos tienen, y de un sentido común a toda prueba, para así tratar de brindar esa anhelada justicia social que, a su vez, permitirá el desarrollo real del país, y su despegue hacia la prosperidad definitiva. Mientras, aunque pueda parecer algo simplón, como dijo otro vecino: “a otro perro con ese hueso de derecha o izquierda”.
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