Daniel Navajas Orellana
Uno de los sectores del transporte de pasajeros y carga que elabora, cuenta y recopila más datos, proyecciones y otros estudios relacionados es el sector aeronáutico. Cada año, cada mes o cada hito importante en el tiempo, tanto las empresas administradoras de aeropuertos, líneas aéreas, empresas de transporte y servicios aéreos, revistas y académicos, reportan los datos recabados.
En este abanico de datos, en nuestra región, Latinoamérica, se proyecta un crecimiento admirable del uso del transporte aéreo que prácticamente suena impresionante. Se espera que para la gestión 2040, cerca de 1.100 millones de pasajeros anuales demanden el transporte aéreo; es por eso que algunos de los principales aeropuertos ya han iniciado reformas de ampliación y modernización pensando en la conectividad como principal característica.
Varias entidades y organizaciones relacionadas con el transporte aéreo, como la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) y el Grupo de Acción de Transporte Aéreo (ATAG), han instado a los latinoamericanos a modernizar o a construir nuevas terminales aéreas, en una región que cada vez es más atractiva para los negocios y para el turismo. Pero no solo es la infraestructura civil la que cuenta, sino también la implementación de equipamiento moderno y compatible con las aeronaves que trabajan en la región.
En ese sentido, por ejemplo, un informe de ATAG señaló que el transporte aéreo en Latinoamérica genera 156.000 millones de dólares en actividad económica y 7,2 millones de empleos.
Según cálculos del Banco de Desarrollo de América Latina-CAF, se requiere de una inversión de 53.150 millones de dólares entre 2016 y 2040 para adecuar la capacidad de las terminales al incremento de pasajeros, que llegará a los 1.100 millones anuales al final de ese período.
En el caso México, es precisamente uno de los países donde los expertos consideran que es urgente invertir, pese a que hace poco los mexicanos dijeron “no” a la construcción del nuevo Aeropuerto Internacional, valorado en 13.300 millones de dólares y que llevaba un 30% de avance.
Algunos de los principales aeropuertos de Brasil han recibido inversiones en los últimos años, después de que el Gobierno subastara concesiones para operar y mantener las instalaciones antes del Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
Brasil subastó en 2013 las concesiones para operar los aeropuertos internacionales de Río de Janeiro y Belo Horizonte, el segundo y quinto del país, mientras que un año antes se subastó el de la capital Brasilia.
En Colombia, se puso en marcha un ambicioso plan de modernización de 91 aeropuertos, con inversión de unos 2.350 millones de dólares.
Dentro de ese programa se incluyó la construcción del nuevo aeropuerto internacional El Dorado de Bogotá, que se convirtió en el primero en movimiento de carga de América Latina y el tercero en flujo de pasajeros. Se pasó de movilizar 20 millones de pasajeros en 2010 a 36 millones en 2017.
En octubre el Gobierno peruano entregó los terrenos para la ampliación del aeropuerto internacional de Lima, donde se construirá una segunda pista de aterrizaje y una nueva terminal aérea, con una inversión de 1.200 millones de dólares. Se prevé que el número de pasajeros pase de 4 millones a los 23 millones a finales de 2018.
El Gobierno argentino emprendió una política para impulsar el transporte aéreo con inversiones por 800 millones de dólares para renovar buena parte de los aeropuertos entre 2016-2019.
Para 2021 se prevé la remodelación del aeropuerto de Ezeiza, en las afueras de Buenos Aires, con un coste de 400 millones de dólares.
Paraguay proyectó en 2015 la ampliación de su principal aeropuerto, el Silvio Pettirossi, en Asunción, y se adjudicó la obra al consorcio entre la española Sacyr y la chilena Agunsa en 2016, el cual está estancado por irregularidades en el proceso.
En agosto de 2016, Cuba anunció que la empresa francesa Bouygues se encargaría de la reforma del aeropuerto internacional José Martí de La Habana. Los plazos y costos no los reveló el Gobierno.
El proyecto para ampliar el mayor aeropuerto de Bolivia, en Santa Cruz, lleva años estancado por problemas de financiación, después de que en 2016 fuera cancelado el contrato con una empresa china y en 2017 se pospusiera sin fecha una inversión de aproximadamente 400 millones de dólares que debería enfocarse no solo en la obra civil sino también en la modernización del equipamiento.
Todas estas ampliaciones de aeropuertos y modernización de equipamiento deben estar enmarcadas en una política aeronáutica, ya que su principal objetivo es la conectividad área y la seguridad de las operaciones en todo momento.
El autor es Master en Diseño y Gestión
de Aeropuertos.
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