En diversos sectores sociales de Bolivia se utiliza la palabra democracia con insistente frecuencia; sin embargo, se da a ese vocablo las más variadas definiciones e interpretaciones. Unos dicen que existe, otros la niegan, otros afirman que está en agonía, que no se la conoce. Otros afirman que es la libertad absoluta, el goce irrestricto de los derechos humanos, el libre albedrío, hacer lo que pida el cuerpo, etc.
En realidad, democracia es algo que solo existe en forma concreta, y no abstracta. Tiene varios contenidos y hay que considerar cada uno de ellos. En primer lugar, en términos formales, democracia es la sumisión de la minoría a la mayoría. ¿Existe en Bolivia la práctica de ese principio? Al parecer no, desde el momento en que, por ejemplo, ciertos círculos partidarios quieren desconocer el resultado del voto popular producto del referéndum del 21 de febrero de 2016; la decisión de la mayoría del pueblo se impuso sobre la minoría, rechazando así, de hecho y de derecho, la re re-elección de Evo Morales. Negar ese referéndum significaría ignorar ese principio esencial de la democracia.
Otro principio establece que la democracia es el reconocimiento a la libertad e igualdad de derechos de los ciudadanos, aspecto que es de dudosa práctica en el país y solo existe la proclama muy en boga que dice: “La ley es igual para todos”.
Uno de los aspectos básicos de la democracia es el legislativo. La democracia ha elaborado una Constitución, pero ésta, en gran proporción, no es cumplida por el gobierno y sectores oficialistas. Los ejemplos son numerosos, pero el más notable es que no se cumple el artículo 168 de la Constitución, según el cual el presidente y vice presidente del Estado “pueden ser reelectos o reelegidos por una sola vez de manera continua” (sic).
También se sostiene que están en vigencia el derecho general al voto y a las libertades políticas, pero no obstante declaraciones oficiales, las posibilidades de utilizar esos derechos son restringidas y recortadas por todos los medios para grandes sectores de la población. Ante todo, el aparato burocrático del Estado Plurinacional está organizado de tal forma que impide la intervención popular en la vida pública. La anulación de la independencia de la Justicia es contraria a la democracia.
Por otro lado, las instituciones representativas solo sirven para los objetivos reales de la política de la casta burocrática dominante. En ese sentido, son desconocidos los fundamentos del sistema parlamentario, así como la supuesta división de poderes entre los órganos Legislativo y Ejecutivo, ya que finalmente se impone la tendencia dominante del Ejecutivo sobre el Legislativo y el Judicial, que resultan siendo dependencias del Ejecutivo.
El desarrollo de la democracia en Bolivia se caracteriza actualmente por la concentración cada vez mayor del poder en manos de los cabecillas nuevos ricos y sus satélites, con el objetivo de empobrecer a las masas, limitar su organización y, en esa forma, de dominio y opresión dirigidos contra el pueblo. Los órganos de la voluntad popular se convierten en órganos dependientes.
Cuanto menos existen esos valores de la democracia, más se puede afirmar que se va pasando al desconocimiento del estado de derecho, lo cual significa un proceso hacia la dictadura.
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