Elio Pacheco Colque
Control y fiscalización de bares, cantinas y lenocinios por parte de la instancia municipal, con apoyo de otras entidades del orden, es insuficiente si los propietarios de estos inmuebles los continúan alquilando o destinando para el expendio de bebidas alcohólicas.
Si bien la Ley Nº 259: Ley de Control al Expendio y Consumo de Bebidas Alcohólicas prohíbe que estas actividades económicas, que no están registradas legalmente, deban ser clausuradas y hasta decomisado su mobiliario, como ocurre en la ciudad de El Alto, al parecer dicha actividad no termina, porque periódicamente continúan su apertura y funcionamiento, a tal punto que suelen ser identificados como “cementerios de elefantes”.
Tal aspecto demuestra que la ley por sí sola es frágil y poco sostenible, ante la apertura masiva de bares y cantinas clandestinos, y hasta buscan mecanismos para no ser afectados por el retiro de mobiliario, al usar material rustico y atornillado al piso.
Por estos casos es urgente que existan normas para sancionar a los propietarios de dichos inmuebles, que son usados o alquilados para venta de bebidas alcohólicas. Tales locales clandestinos han ocasionado que más de una familia termine desintegrándose, por la experiencia dolorosa de tener un familiar enfermo porque depende del consumo de bebidas alcohólicas de forma consecutiva.
Pero estos espacios de lento envenenamiento de parroquianos también cobijan a grupos identificados como pandillas, de cogoteros, descuidistas y otros dedicados a cometer delitos comunes. A ello se suman grupos relacionados con el micro tráfico de drogas o distribución incluso de clefa.
A partir de estos locales ilegales se planifica diferentes hechos delictivos cometidos en calles, negocios y hasta domicilios. Por ello los propietarios de estos bienes inmuebles son responsables de la actividad que se instala en su vivienda alquilada.
A manera de reflexión, como sociedad tenemos que asumir responsabilidades, más aún cuando damos nuestros bienes inmuebles para este tipo de negocios que constantemente vulneran las normas vigentes. En consecuencia, los propietarios antes de aceptar la vulneración de normas, deben reflexionar sobre su responsabilidad ante la sociedad.
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