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[Eric Cárdenas]

La soberanía popular


Entre las actividades humanas, es en el quehacer político donde se dan los sentimientos y acciones más reprobables; seguramente porque la finalidad de la política es la conquista del poder del Estado y el ejercicio del poder sobre otros hombres, importa una suerte de “semiendiosamiento” del que lo posee. Es por ello que las normas fundamentales sobre el Estado, como es la Constitución Política, determinan un plazo para ese ejercicio, pues en caso contrario habríamos retornado a la monarquía absoluta, que fue superada luego de la Revolución Francesa de 1789.

Antiguamente se consideraba al quehacer político como muy similar al quehacer guerrero, pues en éste el triunfador aniquilaba al vencido. Es famosa la frase de un célebre romano: ¡ay de los vencidos!, y los que triunfaban en política sobre sus adversarios solían determinar su aniquilación, denominada persecución política. Nuestra historia está repleta de esta política aniquiladora.

Con el advenimiento de la democracia, luego de superar los autoritarismos de la nobleza en el Siglo XVIII, esta forma de gobierno del Estado estableció -inspirándose en la antigua democracia ateniense- que uno de sus principios fundamentales es la consulta a la voluntad del pueblo, así lo destaca la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa y en esa línea se construyó la democracia moderna.

Es la filosofía liberal que inspiró a que los Estados se constitucionalicen, es decir que exista una norma de categoría superior, que norma la vida del Estado, su organización y los derechos y deberes de los individuos, en un régimen de libertades y derechos. Sin embargo, se han dado regímenes tiránicos que han oprimido a los pueblos y se han mantenido en el poder sobre los cadáveres de miles de víctimas. En el pasado siglo han sido los regímenes comunista y fascista de Stalin y Hitler que han quedado como ejemplos de opresión y dictadura, sin desconocer los muchos que se instalaron en diversas partes del mundo.

Una de las características de las dictaduras y tiranías es el personalismo caudillista del individuo que encabeza ese tipo de regímenes, que sustentado en el aparato militar y policiaco, masacra, oprime e impone su voluntad por encima de las leyes, la racionalidad y la voluntad del pueblo. Ejemplos de estos regímenes en América, en este tiempo, son las dictaduras sangrientas de Nicaragua y Venezuela.

Otra característica de las dictaduras es que gobiernan supuestamente en nombre del pueblo y los pobres, cuando en realidad lo que hacen es empobrecer más al pueblo, hasta llegar a situaciones como la de Venezuela, de la que han huido cerca de tres millones de individuos, no sólo por la opresión política sino por la carencia de todo.

La permanencia en el poder sin límite de tiempo y contra lo dispuesto por las leyes, el derecho internacional y la democracia, es otra de las características de las dictaduras, y en muchos casos se efectúan elecciones, fraudulentas, impuestas en su normativa para favorecer a los tiranos, que buscan legitimarse en el sufragio.

El autoritarismo personalista que se pone por encima de las leyes y gobierna a su capricho, es la nota de los dictadores, que controlan todos los órganos o poderes públicos, que limitan las libertades de opinión y prensa, que destruyen toda posibilidad de crítica u opinión distinta a la que sustentan, es decir que limitan las libertades de los ciudadanos.

En general son discípulos de Hitler y Stalin, cuyos métodos de ejercicio del poder eran muy parecidos, pues no olvidemos que comunismo y fascismo son primos hermanos, que hacen del estatismo el fin de sus políticas, donde los individuos se convierten en piezas de esa maquinaria del Estado al servicio no del bien común o de todos sin excepción, sino del grupo gobernante y sus extravíos ideológicos.

La defensa de la voluntad del pueblo expresada en el voto libre, es la defensa de las libertades, el estado de derecho y la democracia.

El autor es abogado y politólogo.

 
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Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
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Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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