Bolivia es uno de los países más pobres de Latinoamérica. La pobreza afecta la calidad de vida de la mayoría de su población y restringe el disfrute y el ejercicio de sus derechos humanos. Ser pobre no sólo significa la incapacidad de satisfacer las necesidades básicas, también supone estar excluido de la oportunidad de desarrollar capacidades para desenvolverse productiva y creativamente en la sociedad, así como estar limitado en cuanto a la posibilidad de hacer efectivas las propias reivindicaciones.
Las cifras de organismos internacionales hablan. Según el Mapa de la Pobreza, el 20 por ciento vive en estado de extrema pobreza y un 30% en pobreza y postergación social y económica, sumándose la carencia de empleo. No es extraño ver en las calles de las grandes ciudades deambular a discapacitados, a niños con la mano extendida en procura de monedas, añadiéndose miles de enfermos en desesperada búsqueda de atención en hospitales hacinados, carentes de espacio y sin suficientes medicamentos, ante la indolencia e incluso indiferencia del gobierno, que demagógicamente habla de creación de hospitales, que no funcionan porque solo son estructuras de cemento, sin camas, sin médicos, sin equipamiento necesario.
Por otra parte, en el Informe de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Bolivia ocupa el lugar 104, de un total de 174 países en el ranking de desarrollo humano.
Las perspectivas a corto plazo no son favorables. Se observa baja inversión productiva, disminución de la demanda interna, falta de confianza, incertidumbre, creciente desprestigio de los gobernantes por la corrupción en la Administración Pública, narcotráfico, contrabando y falta de credibilidad en el sistema judicial. Esta situación da lugar incluso a la pobreza desigual.
Con excepción de los llamados cocaleros del Trópico y los Yungas, los grupos de indígenas y campesinos, entre ellos niñas, niños, jóvenes y mujeres, son los más afectados por la pobreza y la exclusión.
Una proyección hecha con base en las cifras del último censo permite inferir que actualmente menores de 18 años y mujeres, adolescentes, viven en condiciones de pobreza, dedicados a delincuencia y prostitución...
Asimismo, hay brechas entre regiones del país y entre áreas rural y urbana. Los departamentos con la tasa de pobreza más alta son Potosí, Chuquisaca y Pando. En cambio, Santa Cruz y Tarija presentan la tasa más baja
La pobreza rural se relaciona con condiciones que determinan una baja productividad agrícola, falta de infraestructura y difícil acceso a mercados. En el área urbana, la pobreza está relacionada con empleos politizados.
En Bolivia, el funcionamiento de la sociedad y la economía produce inequidad. De hecho, el principal problema social del país es la desigualdad en la distribución del ingreso y la riqueza. Los jerarcas del gobierno, en permanente turismo por el interior y exterior del país, al ostentar lujosos motorizados insultan a las mayorías que viven el drama de la pobreza.
La falta de equidad, por favoritismo político, implica una ciudadanía limitada y precaria. Así no se puede construir una Patria con justicia social.
La autora de este artículo es socióloga.
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