A raíz de la cuestionada Ley de Organizaciones Políticas y su apretado cronograma de actividades sancionada por el Órgano Legislativo con mayoría oficialista, para que los partidos inscriban y reinscriban a sus militantes, así como acudan a las urnas para elegir a sus candidatos para las elecciones del año próximo y otras actividades apuradas, cuando de acuerdo con la ley ese cronograma debía haber sido aprobado por la instancia superior del Órgano Electoral Plurinacional, que tiene la categoría de poder u órgano del Estado y en consecuencia debería gozar de autonomía e independencia, el presidente candidato entregó al Tribunal Supremo Electoral los libros de reinscripciones e inscripciones del partido en el gobierno que anteladamente estaba en esa labor de inscripción con la firma de más de un millón y medio de inscritos; en esa entrega el presidente candidato sentenció que su partido es el más grande la historia.
En palabras de las autoridades de gobierno y asambleístas del Órgano Legislativo, el partido de gobierno es el más grande de la historia, su presidente y candidato (cuestionado legalmente) el más votado, sus medidas y acciones “como nunca antes”, cuando en verdad la realidad histórica es diferente. Lo que sucede es que los oficialistas “no conocen” la historia y creen que ellos por primera vez están haciendo algo.
La Ciencia Política nos enseña que los partidos políticos, en cuanto a militancia, pueden ser de masas, de cuadros y electoralistas. Los primeros son aquellos que tienen gran cantidad de militantes, los segundos tienen poca militancia, pero ésta es altamente formada y preparada para la permanente actividad partidaria, y los terceros son los que aparecen en cantidad sólo en las elecciones, como sucede en los Estados Unidos, donde una vez pasada la actividad electoral, los partidos están en el Congreso y otras instancias administrativas.
Si revisamos la historia en cuanto a la cantidad de militantes de los partidos, en nuestra historia política han sido pocas las organizaciones políticas que han contado con grandes masas de adherentes, y para hacer un juicio cabal, debemos revisar la cantidad de habitantes en el país en el tiempo de vigencia de algún partido político. Siguiendo este método, encontramos que en la década de los años cincuenta del pasado siglo, cuando se hizo la Revolución Nacional, la población era de alrededor de tres millones y medio de habitantes, y en este tiempo estamos con una población cercana a los once millones.
Si comparamos la cantidad de militantes del partido de la Revolución Nacional en la década de los cincuenta, llegamos a la conclusión de que este partido o movimiento fue el que tuvo la más grande militancia partidaria, pues por las medidas que tomó, ese proceso revolucionario hizo que campesinos, obreros y clases medias se volcaran a sus filas. Así en las elecciones del año 1956, la cantidad de votantes subió de cerca de trescientos mil a más de un millón y medio de votantes, y de esa cantidad cerca del 80% votó por el partido de la Revolución Nacional.
De una población de casi once millones de habitantes, una militancia inscrita de un millón y medio es algo más del diez por ciento y de un padrón electoral de seis millones y medio de registrados (según el Tribunal Supremo Electoral), es algo más del veinte por ciento de ese padrón, lo que importa que sostener que es el más grande partido de la historia, es un desconocimiento de la misma y resulta una autopropaganda falaz, que seguramente tiene el propósito de encubrir algún futuro fraude electoral que se avizora.
El autor es abogado y politólogo.
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