Para distraer el dolor
Lyon (Francia).- Sobre 1808 el dentista de Lyon Laurent Mourguet se inventó un títere llamado Guiñol para distraer del dolor a sus clientes. Dos siglos después, un museo se propone dar un nuevo soplo de vida al teatro de marionetas con la ayuda de este particular embajador local.
El joven y sonriente obrero Guiñol, rebelde contra la autoridad y siempre con problemas financieros, está presente en cada parte del recientemente renovado Museo de las Artes de la Marioneta de esta ciudad del este de Francia, y dialoga con el resto de sus compañeros.
Incluso con aquellos que posteriormente traicionaron su espíritu subversivo. “Para las dictaduras del siglo XX, los títeres fueron la herramienta ideal para hacer llegar mensajes claros a un público de masas”, relató a Efe la responsable de la exposición, Claire Déglise.
A lo largo del siglo pasado, el teatro de títeres siguió gozando de gran popularidad gracias al interés que despertó en grandes plumas como las de los españoles Federico García Lorca y Santiago Rusiñol.
Los orígenes de este teatro, no obstante, se remontan al Paleolítico, época en la que se fabricaron en todos los continentes objetos parecidos a las marionetas para establecer un contacto con lo desconocido.
Entre las expuestas en el museo, cuya colección suma más de 2.000 títeres y 3.000 decorados y accesorios, se encuentra una reproducción de la más antigua encontrada, de hace 25.000 años y descubierta en la tumba de un chamán en la República Checa.
A pesar de su historia ancestral, su éxito ha caído notablemente en los últimos años. Para revertir la situación, las compañías vuelven ahora al arte contestatario de Guiñol con el fin de recuperar a un público que dispone de muchas más distracciones.
“El teatro de títeres se está renovando gracias a las nuevas influencias procedentes de Asia, a las innovaciones técnicas y a un mayor compromiso artístico de los actores con la sociedad”, destacó Déglise.
El principal reto del museo, según la comisaria, es explicar el arte de la marioneta desde sus orígenes y en las distintas partes del mundo. “Queremos insistir en que se trata de una disciplina viva y no solo reservada a los niños”, subrayó la comisaria.
Por eso, han sacado de las vitrinas algunas de sus marionetas con el fin de que el visitante las despierte de su sueño temporal moviendo sus hilos con la ayuda de vídeos tutoriales.
Asimismo, el museo cuenta con un auditorio con capacidad para 140 espectadores que acoge una decena de representaciones cada año para ayudar a las compañías a darse a conocer entre el público y poner el énfasis en la diversidad temática de las obras.
“Es vital que la escena contemporánea esté activa para que nosotros podamos ser su caja de resonancia. Si el teatro de títeres cae en el olvido, tendremos grandes dificultades para mantener este dinamismo entre el ayer y el hoy”, remarcó Déglise.
Aprovechando el recuerdo infantil de muchos, el museo celebra este fin de semana puertas abiertas para rescatar a los títeres de la nostalgia e invitar a grandes y pequeños a hacerles un sitio, lejos de las pantallas, para reírse del mundo de hoy. (EFE)
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