En estos días Venezuela está triste y abatida porque parece que a pocos, especialmente en el exterior, les conmueve la tragedia que vive. Raúl Gorrin, el empresario multi-mil-millonario, amo y señor de bancos, empresas inmobiliarias, industrias, medios de comunicación social, etc. etc., acaba de ser encausado por la justicia estadounidense por lavado de dinero. Desde hace menos de tres meses, otro cuarteto es enjuiciado por 1.200 millones de dólares malhabidos, robados a la estatal petrolera PDVSA.
Gorrin ya había llamado la atención de los venezolanos cuando hace pocos años adquirió Globovisión, la televisora independiente que se había convertido en una piedra en el zapato del régimen del sátrapa Hugo Chávez Frías. Como el militarote no podía cerrar la televisora (como lo hizo con la célebre y prestigiosa Radio Caracas Televisión), ordenó adquirirla por intermedio de su testaferro Gorrin, quien pagó $60 millones de contado.
Esa suma es insignificante para los megamillones que manejaba Gorrin, testaferro del chavismo. Ahora EE.UU, le confisca alrededor de 47 lujosos inmuebles en distintas ciudades del “imperio”. La acusación tiene que ver con el lavado de activos, blanqueo de dineros malhabidos, etc, por más de MIL MILLONES de dólares.
Gorrin se convirtió en tan poderoso que le bastaba una llamada al Vaticano para ser recibido por el papa Francisco. Pero las náuseas que provoca este caso es que el multi-mil-millonario, con enorme influencia internacional, aparentemente jugaba a dos bandas. Por un lado era testaferro del régimen castro-chavista, y por otro financiaba actividades de algunos influyentes sectores de oposición.
El caso Gorrin sigue, en pocos días, a análogos cargos contra Alejandro “El Tuerto” Andrade, a quien la semana pasada las autoridades estadounidenses le incautaron en el estado de la Florida lujosas propiedades y 30 caballos pura sangre, la mayoría tan costosos como un pequeño departamento en la Quinta Avenida de Nueva York.
Andrade (hay quienes afirman que es el que le administra en el exterior los millones a la familia de Hugo Chávez), desde hace una docena de años, se afincó en Florida y se desenvolvía en el mundo empresarial y social como un multimillonario, sin jamás saberse que hubiera recibido alguna voluminosa herencia. Era un teniente de ejército de poca monta, amigo de Chávez y conmilitón suyo en el fracasado Golpe del 4 de febrero de 1992.
En una “caimanera” (juego informal de béisbol) Chávez, aparentando batear una pelota, lo hizo con una tapacorona. Andrade hacía de pitcher y tuvo la mala fortuna de que la tapacorona disparada por Chávez le vació un ojo. Cuando Chávez asumió el poder, Andrade se convirtió en uno de sus mimados y ocupó (sin ninguna capacidad ni formación para ello) altos cargos, desde Tesorero de la Nación. De ahí saltó al “imperio” que tanto maldecía su fiel amigo, y creó su propio “Imperio”, del que ahora deberá dar cuenta... ¡Y claro!, mientras tanto, el atribulado pueblo venezolano está sin alimentos, medicinas, sin trabajo y huyendo al extranjero. Cosas del socialismo del Siglo XXI castrochavista.
El autor es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.
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