El Presidente de la República, en su afán de buscar una nueva reelección, si bien se siente seguro de triunfar en las primarias y en las elecciones de octubre, no vacila en recurrir, conjuntamente su partido, en buscar situaciones y métodos para consolidarse como “seguro ganador” no obstante las prohibiciones de la Constitución. Así, anunció desde hace tiempo, la otorgación del segundo aguinaldo pese a que, con seguridad, debe saber que causa más daño que bien a todo el país. El 2do. aguinaldo beneficiará a un 15 o 20% de la población que recibe un sueldo o salario; pero, crea las condiciones para que la mayoría -entre 80 y 85 por ciento- no reciba el beneficio.
Lo grave de esta concesión es que esos pocos beneficiados sufrirán también consecuencias de verse enfrentados a un proceso inflacionario y comprueben que el doble aguinaldo es causante de la subida de precios de bienes de uso y consumo, que los mismos servicios públicos, de una manera u otra, mostrarán nuevos precios o tarifas; que el transporte público reclamará incrementos en precios de los pasajes y que los costos de transporte entre las ciudades del país subirán. Lo señalado -y mucho más- determina que el costo de vida para toda la población subirá en proporciones que no siempre serán iguales a lo que significa porcentualmente el 2do. aguinaldo, sino que la mayoría de los comerciantes o compañías de servicios “redondearán” las cifras con “miras a futuras contingencias que, nada raro, cree el gobierno”.
El doble aguinaldo discrimina a la mayoría de la población como si solamente los que lo reciben votaran en el proceso electoral, que este beneficio asegurará la permanencia en el MAS de la población comprometida e inscrita en días pasados y, mucho más la que, “por gratitud”, se “mantendrá leal” a quien dispuso pago de semejante dádiva que, pretendiendo hacer bien a cada trabajador, crea condiciones de muchos males para todo el país, incluyendo los recipendiarios del segundo aguinaldo. En todo caso, se puede decir que está bien para quienes – circunstancialmente- recibirán el 2do. aguinaldo; pero, es causante de políticas discriminatorias por parte del gobierno ya que, con el proceder tan desigual, se beneficia a pocos a costa de graves consecuencias para los que son muchísimos más.
Muy peregrinamente, algunas autoridades indican que este beneficio es “muestra del espíritu que tiene el gobierno para favorecer a la población”, olvidando que el pueblo sopesa debidamente que el beneficio tan decantado sólo es impuesto por razones electorales y como medio para “asegurar” votos que, con seguridad, solamente hay que suponerlo porque el voto es acto de conciencia y cada quien votará por quién crea conveniente y no sea tan conveniente a quien dé prebendas.
Lo grave es que la medida conllevará problemas muy serios al país porque creará las condiciones para que la inflación sea mayor, la inseguridad financiera sea general y, algo delicado, condicionará seriamente las inversiones sean nacionales o foráneas porque para el capital se precisan garantías no sólo de seguridad sino de comportamientos acordes con los fines que busca toda inversión y, sobre todo, es precedente para que en el futuro sean creadas nuevas concesiones sociales que impidan el fortalecimiento del desarrollo y crecimiento de la economía.
El doble aguinaldo significa que el país debe lograr el dinero como sea y de donde sea: el gobierno, para cumplir con la burocracia pública, resulta un fácil expediente prestarse en el exterior, cargar al déficit anual o, en última instancia, recurrir a las reservas internacionales que están muy bajas; pero, ¿cuál es la realidad del empresario privado? Las llamadas “grandes empresas” posiblemente hagan acopio de algunas reservas y paguen con cargo a compensar este gasto afectando sus posibles utilidades y, además, aumentarán costos a sus operaciones.
Las empresas medianas y pequeñas son las más sacrificadas porque la atención mensual que implican los sueldos, reservas, provisión de materias primas, (todo en pequeña escala) ya les resulta sacrificado y oneroso; para el doble aguinaldo deben recurrir a la banca en pos de préstamos; al final, cargar los importes a sus costos y elevar precios de lo que producen y todo ello implica perjuicios muy serios que no es posible solucionar en el tiempo inmediato sino a largo plazo y luego de grandes sacrificios. Así, el problema se agudiza y deja casi indemnes a los empresarios; pero, como “hay que darle nomás…” ni “vuelta que dar”; caso contrario, seguramente pago del doble al margen de multas y, lo más perjudicial, problemas con los trabajadores.
Todo muestra que las políticas de crear bonos y aprobar incrementos salariales por conveniencias electorales o crear doble obligación para el aguinaldo, dejan al país más pobre de lo que era y no le dan posibilidad de desarrollo y menos crecimiento. En última instancia, el empresario que quería progresar tiene que restringirse a lo mínimo y, si es posible, despedir personal y, si quiere seguir trabajando, reducirse a hacerlo en familia y esto implica que como país, en vez de surgir nos sumergimos más en la vorágine de la pobreza.
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