Jóvenes gestantes sufren maltratos

“Es bien duro ser mujer en poblaciones rurales”, afirma la joven aymara Elena Coca Condori de Patacamaya, al testimoniar que las adolescentes embarazadas sufren maltratos, agresiones verbales y físicas, y la vulneración de sus derechos, como el acceso al estudio, su propio entorno familiar y social trunca su desarrollo personal, su vida es reducida a la atención a los hijos, a su pareja, a la chacra y al ganado.

“He vivido, he visto a muchas de mis compañeras y amigas, han sufrido mucho la vulneración de sus derechos, en este momento lo sufren”, se ratifica Coca. “El mundo se hace chiquito (cuando se embarazan), no hay más, no le dejan crecer, estudiar por ejemplo. Hasta los papás dejan de apoyar, le dicen: ¡tú ya tienes tu bebé y te vas con tu marido!” y en la familia de la pareja, la suegra también les recorta sus ansias de superación, “les dicen: ¡tú no tienes derecho a estudiar! estas dedicada a tu hijo, tu vida es trabajar”, mientras que el ingreso al nuevo “hogar” no es grato, todos los parientes del concubino o esposo las tratan como a una foránea, “como a alguien que viene a robar algo”.

Luego empieza la explotación laboral, levantarse a las cinco de la mañana a ordeñar a la vaca, luego dedicarse a la agricultura, cocinar para hijos y marido. “Son labores fuertes para una adolescente, el entorno marca su vida, ellas lloran en las noches preguntándose ¿por qué?”.

El machismo se expresa porque a la pareja varón nunca se le reclama de nada sobre lo que haga o deje de hacer, en cambio las adolescentes y mujeres sufren vulneraciones, agresiones verbales y físicas inclusive de sus suegras y si en algún momento expresan su deseo de estudiar, las menosprecian diciéndoles: “eres una sonsa, tú no sabes nada ni vas a aprender, eres una sonsa”.

La posibilidad de expresarse sobre lo que viven esas personas es “difícil”, asegura Coca.

En el caso de buscar evitar un embarazo apelando a algún anticonceptivo, las suegras tampoco resultan un apoyo porque asustan a las jóvenes afirmando que si “mueren” por usar algún método “traerán problemas a la familia” o les advierten: “si te enfermas, no es mi problema”.

Coca indica que ella desde sus trece años ha visto el sufrimiento de sus amigas que llegan a embarazarse y con ello las mujeres reciben “golpes de la vida” porque el sometimiento es fuerte y doloroso.

La joven agradeció que el Estado de Canadá y sus aliados en Bolivia, Unicef, Save The Children y Plane implementen dos programas que empoderen a las adolescentes con información que evite embarazos prematuros, y que ayuden a las madres con planificación familiar, que generen reflexión en las familias y entornos sociales de las adolescentes para que las entiendan y las apoyen.