El socialismo pregonado por quienes se autocalifican como izquierdistas, marxistas leninistas, es la Gran Mentira del Siglo XX, pues fracasaron. Así sucedió en la URSS, y todos los países que se encontraban en la llamada Cortina de Hierro, o Muro de Berlín (destruido el 3 de octubre de 1990), entre ellos Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Albania, Bulgaria, Rumania, Yugoslavia, conjuntamente Alemania Oriental, con su capital Berlín bajo control político y económico y social de la URSS, después de la II Guerra Mundial, prometiendo prosperidad, igualdad y seguridad. Sin embargo, ocasionó un colapso político y económico, sólo produjo miseria y tiranía. Consiguió igualdad, pero haciendo a todos iguales en la miseria, con postergación social y atraso en todo sentido.
El socialismo puede inicialmente mostrar algunos signos de éxito. Pero a la larga ha sido siempre la fórmula para la tiranía y la miseria. El socialismo no funciona porque es incompatible con principios fundamentales de la conducta humana. Su fracaso en todo el mundo se debe a un defecto fundamental: es un sistema que ignora los incentivos económicos.
En una economía capitalista, los precios de mercado, la contabilidad de ganancias y pérdidas y la propiedad privada proveen un eficaz sistema de incentivos que guía la conducta económica.
Bajo el socialismo, los incentivos juegan un papel mínimo. A una economía con planificación central, sin precios de mercado ni ganancias, y donde la propiedad pertenece al Estado, le falta ese eficaz mecanismo de incentivos. Al no darles importancia, el socialismo es una teoría incompatible con la naturaleza humana.
En un debate por radio, un profesor marxista de la Universidad de Minnesota señaló los evidentes fracasos del socialismo en Cuba, Europa del Este y China.
Países socialistas, marxistas leninistas en el mundo han fracasado. Empero el fracaso es porque las economías socialistas no practicaban el socialismo “puro”. A los marxistas les gusta comparar las versiones teóricamente perfectas del socialismo contra el imperfecto capitalismo de la vida real, lo cual les permite afirmar que el socialismo es superior al capitalismo.
Si la perfección fuera realmente una opción factible, la elección de sistemas económicos y políticos sería irrelevante. En un mundo de seres perfectos y abundancia infinita, cualquier sistema, socialismo, capitalismo o comunismo, funcionaría de maravilla.
Sin embargo, la elección de instituciones económicas y políticas es algo crucial en un universo imperfecto, con seres imperfectos y recursos limitados. En un mundo de escasez, es esencial que los sistemas económicos se basen en estructuras de incentivos que promuevan la eficiencia económica. Las opciones reales que hay que enfrentar son: o capitalismo imperfecto o socialismo imperfecto. Dadas esas opciones, la evidencia histórica favorece ampliamente al capitalismo con contenido social, como el mejor sistema productor de bienestar económico.
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