En las sociedades humanas no faltan las discrepancias e inclusive los descontentos, pero lo que se tiene que evitar, en toda circunstancia, es llegar a las agresiones o a los actos de violencia. En estos días se tiene que lamentar que una persona que estaba participando de una manifestación recibió un disparo de arma de fuego que le causó la muerte.
Esto no puede seguir ocurriendo, las protestas calleras, sí éstas son imprescindibles, tienen que ser circunspectas al acto, pero no a la violencia. Cuando se producen este tipo de expresiones, lo que corresponde es portar carteles que pongan de manifiesto las causas de la protesta y el descontento, aparte de los cuales están los gritos de viva voz para exponer por lo que se discrepa y pedir lo que se considera más pertinente.
Con ello, se hace una demostración civilizada de las motivaciones que tenga una marcha callejera, pero en definitiva la protesta social no tiene que derivar en actos de agresión o violencia generalizada. Lamentablemente, también en estos casos se suele dañar edificaciones públicas.
Nada de ello puede seguir ocurriendo en Bolivia, en todo momento y circunstancia en las protestas solamente tienen que prevalecer aquellos medios de expresión que sean pacíficos, en ningún caso la situación debería derivar en agresiones y menos en violencia parcial o generalizada.
El pueblo boliviano, con 193 años de independencia, es ya lo suficientemente maduro y experimentado. De no haber sabido conservar la paz y el respeto por las normas legales, no hubiera llegado a sobrellevar tantos años de existencia en democracia y libertad.
Es cierto que tuvo punibles períodos de alteración de tales normas, pero por su comportamiento civilizado y su voluntad de acreditarse como país merecedor de crecer y desarrollar todas sus propiedades, tanto en bienes naturales, riquezas minerales y espíritu mayoritario de paz, no habría podido persistir por tanto tiempo de sobrevivencia como tal.
Por consiguiente, la mayor exigencia de ahora y del futuro será siempre mantener el orden y las consideraciones de respeto recíproco. En ningún caso se debería dar paso a las agresiones y mucho menos a la violencia.
De darse los motivos para el descontento, este sentimiento tiene que ser demostrado por las vías civilizadas, que pueden ser las protestas callejeras, pero en ningún caso derivar en la alteración del orden público y muchos menos en aquellos excesos.
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