Federico Zelada Bilbao
Las siglas partidarias son auténticas “tiendas políticas” donde trafican puestos y cargos, pero está ausente el proceso democrático y la discusión profunda de la problemática nacional. En ellos resplandece el discurso demagógico del caudillo de turno, sacando de la chistera elementos que puedan encandilar y embaucar al electorado de algún segmento de la población por: edad, sexo, origen o condición laboral, entre otros, pues desde que la publicidad y la propaganda son profesiones lucrativas, realmente se puede vestir al mono de sedas y brillantes y terminar convenciendo a muchos incautos con promesas y “verdades mentirosas”.
Los masistas y los supuestos opositores trafican los puestos y cargos entre viejos politiqueros, narcotraficantes, contrabandistas, traficantes de tierras, defraudadores de bienes del estado y corruptos de toda laya que, por supuesto se volverán ministros o “padres/madres” de la patria, sobre todo los diputados plurinominales y los senadores que van detrás del caudillo partidario en listas cerradas y que en la jerga policial son considerados NN, pero que terminan decidiendo el destino del país en temas de trascendencia.
Por otra parte los uninominales para candidatear deben rendir pleitesía a los partidos politiqueros, es decir, jurar lealtad y sumisión no ante sus electores de cada región o distrito, sino ante la cúpula del partido y convertir su curul y su presencia en el legislativo en instrumento ciego de los despropósitos del partido al cual se adscribieron.
¿Planes, programas proyectos? En absoluto, las 8 duplas que continúan en carrera para las primarias (algunas más pintorescas y otras más abominables) y la extrema fragmentación de la supuesta oposición demuestran que no son más que proyectos personalísimos de asaltar el poder o perpetuarse en el mismo en el caso del MAS y para ello no dudan en sumarse y ser cómplices de los intereses inconfesables de quienes los promueven y financian, con propósitos que por supuesto están ligados a temas ilegales y grandes negociados que invariablemente terminarán provocando el saqueo y dilapidación de nuestros recursos naturales y la profundización de la pobreza.
Frente a tanta afrenta y pisoteo a los principios democráticos, es fundamental impedir que poco a poco se consolide una dictadura que desconoce la Constitución Política del Estado y el voto ciudadano ¿Independencia del Órgano Judicial? ¿Tribunales Electorales idóneos? Nada de eso, son puros masistas copando instituciones que se supone independientes, pero que en los hechos con sus operadores son convertidas en instrumentos del régimen dictatorial para perpetuar al masismo en el poder. En estas condiciones, es decir sin el respeto a las reglas del juego ¿iremos a elecciones?
Nuestra labor como actores conscientes de esta realidad es salvar los principios democráticos más elementales como: el respeto al voto, la libre expresión y organización, la conservación de nuestra propiedad familiar y que el Estado use nuestro dinero para propósitos de progreso (empleo, salud, educación, jubilación, etc.) y no para asesinar bolivianos, no para realizar espionaje a los que pensamos distinto o estamos en contra del mal gobierno, no para construirse palacios, pensando que el poder es de su propiedad o perdón… su “derecho humano” insustituible, indelegable e imprescriptible.
Acabar con la tiranía de Morales-García Linera es también acabar con el juego nefasto de los partidos políticos y de la nula representatividad de toda la población en general a través de ellos.
Debemos unirnos todos en contra de los masistas que ocupan los tribunales electorales y el Tribunal Supremo de Justicia y exigir que sean entes realmente idóneos y autónomos respecto del gobierno de turno, también debemos romper la dependencia de nuestra representatividad del monopolio exclusivo de los partidos políticos e impedir que los candidatos locales rindan cuentas y pleitesías a estos “antros de perdición” y que, por el contrario, rindan cuentas a sus electores y se transformen en gestores políticos y sociales dentro de sus competencias, con la posibilidad de ser revocados si no cumplen con su mandato, sólo así tendremos verdadera representación y los elegidos verdadera representatividad de la población.
Solo nosotros tenemos la fuerza y la capacidad para hacerlo, ni la dirigencia sindical corrompida y menos estos tenderos y negociantes de la politiquería harán que logremos resolver nuestros problemas ni librarnos de la tiranía que se cierne sobre nuestras cabezas con el actual gobierno que pretende aferrarse al poder con o sin la legitimidad del voto.
Debemos echar al trasto la ley de organizaciones políticas y la falsa democracia, donde votamos, pero no respetan nuestra decisión ni tenemos plena representación; debemos hacer que todos los candidatos a la Asamblea Plurinacional sean uninominales y sean libres de partidos y se aboquen a desarrollar propuestas y ejecutarlas en su participación en el Órgano Legislativo.
Con las nefastas experiencias, los bolivianos ya no queremos partidos políticos, queremos elegir en nuestros distritos gente idónea, con capacidad y que no responda a ningún partido político, pero que desarrolle y ejecute medidas que beneficien a todas y todos los bolivianos.
El autor es ex rector de la UPEA y docente titular de la UMSA.
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