En la vecindad de la nanotecnología

La humanidad contemporánea está al borde de la nanotecnología y quizás en sus detalles iniciales la está practicando. Se trata de hacer que lo que tenemos y usamos se torne en miniaturas, empero con aptitudes de sabiduría y grandeza inimaginables.

El profesor Jean-Marie Lehn, Premio Nobel de Química en 1987, profesor de la Universidad Louis Pasteur, de Francia, ha explicado que “para aumentar la miniaturización de los componentes de una industria electrónica, o más bien (hablar de la) nanoelectrónica, y almacenar información más allá de lo actualmente es posible y en soportes crecientemente pequeños, para desarrollar aplicaciones biomédicas como (de) una retina artificial o el reemplazo de un oído que ya no funciona. Para tener, asimismo, la posibilidad de hacer hilos moleculares parecidos a un nervio, que puedan almacenar y transmitir todo tipo de señales en términos que el cerebro pueda codificar”.

Con ello explica los alcances que puede tener la nanotecnología y comenta que ¡Eso sí que sería tremendo!, porque “llegado a ese punto, las consecuencias económicas y sociales serían sin duda muy grandes”.

Sólo hasta aquí me permito proporcionar a los lectores los datos iniciales, por la elemental función que debe cumplir un periodista, cuando se trata de materiales “reservados con derechos de autor”. Los extraje de la colección “Claves de la Ciencia”, que los edita la publicación “Correo Semanal”, del que uno de sus últimos números está dedicado a presentar con los títulos: “Nuevos Materiales”, las “Nuevas Tecnologías”.

En todo caso, lo que sí se puede comentar es todo lo que se lee en libros, revistas y publicaciones especializadas a manera de información, en este caso por ser tan ilustrativa en su amplio contenido, puesto que en el Siglo XXI que vivimos se llegará a transformar la vida humana.

Ahora todo es cuestión de tiempo y de que las universidades y tantas otras organizaciones especializadas que existen en el mundo asuman el reto. Por lo que se ve en la publicación, una universidad de Alemania está ya inmersa en la temática. Parece que ocurre también con otra de Francia.

De lo que leí, me queda como una aserción inobjetable que en el Siglo XXI se producirán acontecimientos insospechados. Tal vez no sea ya posible en esta década, que se halla muy avanzada, pero sí en las siguientes.

En la medida que individual o colectivamente se asuma los cambios, en unos casos más por iniciativa propia, habrá que estar atentos a cuanto vaya ocurriendo, quizás sin tener una percepción clara de ello, y muchos menos se tenga conciencia de a dónde se llegue.

Las modificaciones históricas casi no han sido muy sentidas en sus magnitudes, pero se han producido de forma sorprendente, cuando se lee libros o textos que las exponen, se advierte que los contemporáneos de cada uno de tales procesos no estuvieron muy inmersos en su desarrollo y sus perspectivas.

Al presente se interviene implícitamente en los cambios, pero sin tener idea de que en el tiempo que pasa se están produciendo. Por tanto, ni siquiera se asume la conciencia de que se los está viviendo y menos que, de alguna manera, se está participando en ellos.

La existencia humana discurre sin tener la remota idea de que en su desarrollo pueda ser participante de ese transcurrir, que en horas, días, meses, años y aun décadas se están produciendo en su propio ser o vida.