Tradicionalmente, el territorio que hoy ocupa Bolivia ha sido considerado como poseedor de grandes riquezas naturales, minerales y vegetales. Esa condición económica fue objeto de interés de empresas de todo tipo para explotar materias primas para su exportación a metrópolis lejanas y rara vez para su industrialización interna. Más aún, desde el punto de vista político sirvió para hacer de Bolivia una colonia.
En una rápida evaluación, se recuerda al imperio aymara que conservaba sus riquezas en forma natural, que al ser dominado, por la invasión incaica, durante más de un siglo (1340-1530) fue intensamente explotado y saqueado de productos agropecuarios. Terminada esa época, vinieron los conquistadores españoles que exportaron plata durante casi tres siglos (1500-1800), etapa colonial que dio paso a la primera etapa republicana que, desde mediados hasta fines del Siglo XVIII, facilitó el saqueo de estaño, oro, guano, salitre, etc. y concluyó hacia 1900.
Agotada la plata, advino la etapa del saqueo de estaño, que duró de forma intensa hasta 1952, sin que, como en otros casos, hubiese beneficiado al pueblo boliviano, su propietario. Pasada esa época, Bolivia siguió exportando materias primas con el objetivo de que las ganancias queden en el país y se obtenga la independencia política ante grandes potencias económicas.
Tan promisorio proyecto se cumplió con rapidez, duró casi unos cincuenta años (1952-2000), cuando el estaño perdió su valor estratégico y abrió la etapa de los hidrocarburos. En efecto, a partir del Siglo XXI empezó la Era del gas que, como en las otras, nos mantuvo como país monoproductor. Esta última etapa está llegando a su fin y al parecer no durará veinte años, aunque habrá dejado para el país importantes ingresos que, sin embargo, no sirvieron para sacarlo del atraso centenario y lo siguen manteniendo como país colonial.
Se abre al presente una nueva etapa económica, aunque no se sabe aún cuál será. Bolivia no se convertirá en potencia agrícola y al parecer será productora de litio, que se ha convertido en la materia prima de mayor consumo en la industria mundial.
La historia enseña. La experiencia centenaria del pueblo boliviano es dolorosa, pero es necesario que dichos antecedentes sirvan de lección y no se repitan esos sistemas coloniales que empobrecen al país y enriquecen a potencias industriales. Agotados el oro, la plata, el estaño, el gas y otros, tal vez advenga la etapa del litio. Para entonces será necesario que no se repitan los errores económicos y políticos del pasado y esa riqueza sirva para beneficiar a Bolivia y a los bolivianos.
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