El nacimiento de N.S. Jesucristo ha marcado nuevos rumbos a la humanidad; ha construido caminos plenos de amor, paz y unidad entre todos los hombres y en todas las naciones del mundo; Navidad es, en el amplio sentido, el principio de las libertades que tiene el ser humano para vivir en paz y unidad, para hacer del amor un sentimiento que conforte a todos y los haga más sinceros, honestos y humanos, más cercanos a Dios y más proclives a un entendimiento entre todos los hombres.
Todas las naciones cristiano-católicas o simplemente cristianas celebran la Navidad como aniversario del nacimiento de Jesús y honran también a la Vírgen María por ser Madre de Jesús y porque, además, Él en momentos de su entrega final con la muerte, la legó como Madre de todos los hombres; este hecho da razón a que la Vírgen María sea venerada y honrada por todos los pueblos como Madre de Jesús y Madre de la humanidad.
La noche del nacimiento de Jesús, se escuchó en los cielos de Belén el gran mensaje: “Gloria a Dios en los Cielos y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”. Mensaje que, a través de los siglos ha resonado en las naciones y en las conciencias de los hombres como muestra de la misericordia de Dios y como medio para que la humanidad tenga en cuenta cuánto ama el Creador a quienes cumplen con Él y con la misma humanidad; cuánto mal hacen los hombres de mala voluntad que, orgullosos, soberbios y petulantes hacen daño, muestran vocación por el armamentismo y las guerras, por la soberbia y la petulancia, por el racismo y la discriminación, por el egoísmo y la maldad hacia la humanidad.
La Navidad es, pues, la festividad en que no solamente se rememora el nacimiento de Jesús, sino que es un mensaje de amor y paz, de unidad y justicia porque todo ello significa la libertad que Dios, desde siempre, ha querido y buscado que el hombre sea libre en la práctica de virtudes y valores que los conjuncione en haz de voluntad por la unidad, la concordia y el encuentro permanente en pos de bienes que logren el bienestar temporal en preparación a la felicidad eterna.
Quienes en el mundo no creen en Jesucristo y lo combaten con sus conductas, viven apegados a lo material, al hedonismo que les brinda placeres, riquezas, poderes y situaciones desde las cuales desparraman odios y venganzas, complejos y pobredumbres del alma; son quienes, en su indiferencia e ignorancia, no saben de caridad ni entrega a la causa de los pobres, de los más necesitados, de quienes viven angustiados por las injusticias y las enfermedades.
Dios, por el nacimiento, vida, pasión y muerte de Su Hijo Jesús, perdonó a todas las generaciones del mundo y las colmó de bienes que les sirva para perfeccionar sus virtudes y alcancen a tener valores y principios; sin embargo, lamentablemente, la soberbia -principio de los mayores males de la humanidad- ciega a los hombres y los hace insensibles y contrarios a todo bien, los vuelve soberbios que creen tener pertenencia de los hombres y de todas las posesiones materiales; son dictadores y tiranos que sojuzgan a sus países y que no comulgan con las urgencias y necesidades de sus pueblos; son personas que buscan más poder del que tienen y su prolongación eterna en aras de continuar en las posiciones que han escogido contrariando la voluntad de los pueblos.
Navidad es causa y motivo para la unidad, la paz y el amor; es tiempo en que las conciencias deben reconciliarse con Dios y con el prójimo teniendo como principio de vida el cumplimiento de las leyes de Dios y de los hombres, practicando el perdón con el mismo derecho que el perdón que querrían para sí por parte de su prójimo. Es tiempo de ver en Jesús el ejemplo de vida, la supremacía de la vida sobre la muerte, la mayor esperanza de vida y unidad, el mayor consuelo de tener libertad para actuar con honestidad y responsabilidad.
En nuestro país, Bolivia, la Navidad siempre tuvo importancia en la vida de todos los hombres, mujeres y niños porque se ha tenido en cuenta que es tiempo de encontrar nuevos senderos de vida en que se actúe conforme a normas virtuosas y ajustadas al bien común; caminos dirigidos a amar a los niños, respetar a todos y comulgar con lo mejor de la vida que Dios depara a sus hijos.
Que la Navidad sea el principio de las bendiciones de Jesús a todos los hogares y que la familia siga siendo base y sustento del amor, la concordia, la paz y bienestar de todos; que nuestros niños se formen en virtudes y condiciones de vida propicios para vencer todos los embates de la vida; que nuestros políticos, con poder o sin él, se quiten las vendas y vean los intereses supremos del país y actúen en consonancia con el bien común sin egoísmos, ni privilegios, ni odios ni rencores que hacen daño y evitan el reinado de la paz y la unidad.
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