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[Severo Cruz]

Descabellados propósitos dictatoriales


Muchos pueblos latinoamericanos tienen un pasado dictatorial, cuyas heridas, en numerosos casos, aún no han cerrado. En este marco proliferan las personas que no pudieron superar los traumas ocasionados por los excesos político-militares, de aquellos tiempos.

Empero, que sea oportuno aclarar que no solo fueron los uniformados quienes participaron en la instauración de la dictadura, acá o allá, sino también los civiles, a cambio de ciertas prebendas. El respaldo de éstos a esas inquietudes nefastas fue determinante y decisivo. Sin esta actitud, aquéllos jamás se hubieran mantenido en el Poder.

Civiles contribuyeron, en forma encubierta, silenciosa y habilosa, a levantar los muros de la antidemocracia, que implicaba la restricción de las libertades, en sus diferentes aspectos. Tal despropósito fue repudiado por la comunidad internacional. En consecuencia: la responsabilidad histórica debería recaer no solo sobre los militares sino, de igual modo, sobre los operadores civiles, por haber cooperado a quebrantar la praxis y el espíritu de la democracia.

“La conducción política de la Nación fue asumida en forma directa por las Fuerzas Armadas, con la colaboración de la civilidad. Ha existido participación directa de la civilidad (recalcó), aunque no establecida en forma orgánica y sistemática, como lo será en la próxima etapa de la conducción política”, afirmó, en una entrevista periodística, el general Augusto Pinochet (*).

He ahí el contubernio cívico-militar. Él, según se deduce de sus declaraciones, se impuso en el Poder con la asistencia, con la confianza y la orientación, de elementos civiles, afines a sus ideales de tendencia nacionalista. Quizá el objetivo de éstos fue medrar a la sombra de un omnipotente dictador, que hizo “crujir”, particularmente, a los llamados izquierdistas.

Con estas aseveraciones no pretendemos salir en defensa de la memoria del dictador Pinochet. Éste nunca ha sido el santo de nuestra devoción. Jamás hemos simpatizado ni simpatizaremos con dictadores que pisotearon la dignidad humana y la determinación del soberano.

Todo dictador, sea cual fuere su origen ideológico o tinte político, siempre ha lesionado, con sus excesos, con sus ambiciones o el desconocimiento de algunas reglas jurídicas, el sentimiento democrático del pueblo, en la región y el mundo. Hechos que son de conocimiento de la opinión pública interna y externa.

En suma: tarde o temprano los civiles continuarán coadyuvando con los descabellados propósitos dictatoriales.

(*) “Pinochet explica logros y propósitos”. “Visión” – La Revista Interamericana-, 2 de diciembre de 1977, Volumen 49, No. 12. Pág. 23.

 
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