En medio de muchos sentimientos encontrados, el embajador del Perú, Félix Denegri, y su esposa, Marisa, se despidieron de sus incontables amistades, en una recepción social ofrecida en su residencia, al término de su misión en Bolivia.
Desde que llegaron a nuestro país, los esposos Denegri, con su desbordante simpatía, supieron ganarse el cariño de quienes tuvieron la oportunidad de conocerlos.
El discurso de despedida estuvo cargado de emotividad. El Embajador destacó, sobre todo, que venir a Bolivia fue un honor y una responsabilidad. "Realmente trabajamos con mucho gusto, fue una satisfacción estar en un país hermano, donde uno no se siente distante de casa, más bien se siente acogido", resaltó el diplomático a tiempo de agradecer a los amigos bolivianos por su generosidad. Otro sentimiento de gratitud fue para los funcionarios de la Embajada por el óptimo trabajo en equipo, y a su esposa, Marisa, por el apoyo incondicional.