Cuando la conducción de los ejércitos ingresa en el desacierto de las resoluciones, inevitablemente se llega al enredo de problemas y situaciones críticas, donde la actitud del comandante será confusa y contraria en todo lo que comporta el despliegue y éxito de las acciones. En tiempo de Paz, la conducción de la fuerza se dirige más a su preparación para la guerra, donde por ningún motivo y en ningún momento se debe descuidar los principios que guían su competencia. Pero, si en el mismo tiempo de Paz, se ha perdido la motivación que sustenta la misma vida institucional, doctrina, leyes, reglamentos y su propia tradición histórica, es cuando la estabilidad estructural se ha resquebrajado, tornándose muy vulnerable. No solo cuando algún gobierno ha distraído su competencia, tomándola como su guardia pretoriana, sino cuando es sujeto de corrientes políticas foráneas, peor si el conductor indolente inhibe toda resistencia, ha cometido un acto de alta traición, complicidad y delito de lesa patria, literalmente se perdió la moral, poniendo en riesgo la seguridad e integridad institucional. Su efecto no se siente por la inercia de la propia institución.
El caprichoso deseo de perpetrarse en el gobierno y controlar el poder total, hace del gobernante un egocentrista extremo, actitud que nos recuerda una obra literaria de ficción, mentira, cuento y patraña (En un rincón del oscuro palacio del rey ateo, los cortesanos cantando, “soy feliz soy feliz, vamos que la vida es un jolgorio”, idolatran mostrando su miseria servil, soslayando la muerte de rey para no ser conquistados por la furia cristiana).
Gobierno que no respeta la decisión del Referendo 21F, avasalla la Constitución y sus leyes, se burla y mira con desprecio al pueblo. “Socialistas” de pacotilla nunca mostraron seguridad en su ideología, salvo inveterados comunistas que influyeron en la destrucción del Estado y su institucionalidad, siendo objeto de ese infame oprobio las FFAA, algunos generales, que por unos reales se venden a espaldas de la mayoría, abriendo las puertas al vil sometimiento. Sin inmutarse declaran a su institución como “socialista”, “anti neoliberal”, “antiimperialista” (fuerza deliberante), anulan su neutralidad política y la convierten en el “brazo político armado del MAS”.
Aparentemente, no se observó reacción por parte de los militares, pero en silencio una mayoría rechaza semejante agresión. Pese a la vigilancia se lucha dentro de la institución por la recuperación de sus tradiciones, sus símbolos históricos, la moral y su espíritu. El gobierno como estrategia impone criterios marxistas leninistas, ideología que corrompe y prostituye, mal que ha corroído la moral de los mandos superiores, por esa inopia, debilidad y pobreza profesional (salvando excepciones).
Es un requerimiento fundamental en los ejércitos del mundo, que todo comandante para conducir una fuerza militar tiene la obligación de observar ciertas cualidades y virtudes vitales, como valor, honradez, honor, solidaridad, etc. Esto sería lo ideal no solo en las FFAA, sino en los políticos que gobiernan. En el ambiente castrense, y casi en todas las áreas profesionales a nivel nacional, nos atrevemos a afirmar que poco o nada de estas cualidades podríamos encontrar, más abundan las anteposiciones o lo contrario a estas cualidades (es ejemplo de ello la clase política actual). Por otro lado, en nuestra sociedad se observa una caída rotunda de valores.
Algo parecido sucedió con la “revolución” del 9 de Abril de 1952, que virtualmente hizo desaparecer al ejército, gracias a la traición de algunos generales, que pusieron en manos del MNR los destinos de esta institución. Por este afán algunos oficiales de la vieja escuela de la rosca y oligarquía sobrevivieron, siendo los directos y únicos responsables de la formación castrense en el Colegio Militar, bajo la presión y vigilancia política, que impusieron el principio ideológico del Nacionalismo Revolucionario, doctrina que se inicia con cadetes y clases, como la semilla del futuro revolucionario castrense.
Sin embargo del control político y carabineros (hoy policías), oficiales jóvenes dan mayor énfasis a los conceptos de honor e integridad institucional, la defensa de su simbología histórica. El MNR impuso el lema “Por la Revolución Nacional”, adorno o letrero en la puerta principal del comando del Colegio Militar. Pero una fugaz conspiración de oficiales y cadetes hizo desaparecer el letrero (hoy se repite “patria o muerte”). Esta valiente actitud, reflejada con el principio “Dios, Patria, Honor” y el caro deseo de reivindicar a la institución, despertó la conciencia general.
En 1964 cansados del sometimiento vil y denigrante, una pléyade de oficiales y cadetes y jefes patriotas de los diferentes regimientos del ejército, junto a su amado pueblo, se rebelaron y se levantaron en armas, antes de tener que asistir a los funerales de la democracia. Consolidaron la defensa y respeto a la Constitución Política del Estado, misión principal que sale del corazón de los militares que aman a su Patria.
Enfrentamos momentos de enorme turbulencia política, que genera el movimiento masista, que al parecer nos lleva hacia el despeñadero de destrucción. Nos mueve y obliga a tener que romper nuestra pacífica tolerancia, en 13 años sin rumbo, pese al gran derroche del dinero del pueblo, sin desarrollo y progreso, sin salud, educación. La ceguera militante no ve que seguimos siendo uno de los últimos países de América, donde nuestra ignorancia nos asfixia.
El español Antonio Primo de Rivera, decía: Las FFAA son la salvaguardia del cumplimiento y respeto a la Constitución Política del Estado y la democracia, por esto no deben comprometerse ni mezclarse en hechos políticos y luchas accidentales. Pero cuando se pone en riesgo la misma permanencia de la Patria y las esencias del ser, peligra la unidad nacional, todo esto constituye motivo de atención para que las Fuerzas Armadas de la Nación tomen verticales decisiones que protejan la integridad y seguridad del pueblo civil, esencia y parte del militar.
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