La doctrina del socialismo es el sistema político de gobierno que se sustenta en una reducción de la propiedad privada, que entre otras cosas es simplemente tránsito hacia una desaparición total de todo vestigio de que los medios de producción pertenezcan a particulares. Pero no solo eso es socialismo, porque este sistema inmisericorde de administrar el Estado propugna también la desaparición de las clases sociales a través de una distribución equitativa de la riqueza entre los trabajadores.
En unas líneas como las que preceden ciertamente resulta difícil definir el socialismo, pero son suficientes para contrastarlo con la realidad de los que siguen a Marx y Engels, simplemente porque los militantes de aquella doctrina no son otra cosa que la expresión de la mentira y la hipocresía en grado superlativos.
Y como esta tribuna de opinión es de espacio muy limitado, entro en materia y con una combinación entre carcajada e indignación, pero con fuerte inclinación a éste último sentimiento, ratifico, compruebo y refrendo que el socialismo no supera a burdo remedo de igualdad social, por lo menos si de riqueza hablamos, porque nuestros dirigentes mineros, “expresión indiscutible de la vanguardia proletaria”, recientemente han manifestado un airado rechazo con amenazas de tomar acciones más radicales, si el gobierno no deja sin efecto la reglamentación del segundo aguinaldo, que limita su alcance a quienes no sobrepasan un salario mensual de Bs. 15.000.oo.
Permítaseme, por mi parte, elevar furibunda protesta ante esa inmoral, insolidaria y codiciosa forma de “reivindicar derechos sociales” de ese o cualquier otro gremio que gane muy por encima del salario mínimo, o simplemente de algunos o muchos mineros que tengan el tupé de reclamar un segundo aguinaldo (a confesión de parte relevo de prueba), cargándole el bulto al erario nacional, pero, sobre todo, poniendo al descubierto su falsedad ideológica. ¿Pero es que tiene lógica política, social y de clase reclamar un segundo aguinaldo y precisamente por parte de quienes ganan más y, en casos, mucho más de $us. 2.000; socialistas por definición y eternos “luchadores” por la distribución igualitaria de la riqueza? ¿Tiene justificativo que precisamente la vanguardia del proletariado acumule hacienda a costa de sus desgraciados hermanos de clase, quienes de lejos superiores en número, en casos, ganan menos del salario mínimo, si es que tienen uno, siendo para ellos el tradicional aguinaldo una utopía, y un chiste de mal gusto el segundo?
De principio la institución de ese beneficio constituye una afrenta del gobierno a los sectores más empobrecidos que hoy ven cómo el Vicepresidente se escandaliza por el reclamo de los socialistas de la COB, que no podrán embolsar un segundo aguinaldo por una Navidad en la que ni creen, cuando hasta hace poco justificaba ardorosamente que el Presidente, él mismo, ministros, levanta manos y los extraños jerarcas del Banco Unión, YPFB, EPSAS, solo por citar algunos, lo tenían muy merecido sobre la base de los astronómicos sueldos de hasta Bs. 80.000.oo que ganan.
Esa es la hipocresía del socialismo que las cúpulas políticas del oficialismo defienden y a cuya corriente de pensamiento se alinean los remedos del proletariado, con un estilo de irónico abanderamiento reivindicativo no de clase y más bien únicamente de intereses sectarios. Hay, cuando conviene, una grosera complicidad entre gobernantes y gobernados que comparten filosofías, ignorando a millones de verdaderos trabajadores informales, jubilados y otros sectores. Claro; ¡proletarios del mundo, uníos! para esquilmar la plata del pueblo que padece y entre el que solo se distribuye miseria. “Puesto que soy un canalla, tú debes serlo también” (Friedrich Nietzsche).
El autor es jurista y escritor.
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