Haciéndole frente a la dictadura de Hugo Banzer, cuatro mujeres sembraron la semilla de la democracia actual que está en riesgo.
Un 28 de diciembre de 1977, Luzmila de Pimentel, Nelly de Paniagua, Aurora de Lora y Angélica de Flores, esposas de dirigentes sindicales mineros, y sus 14 hijos tomaron las oficinas del segundo piso del Arzobispado católico de La Paz y se declararon en huelga de hambre, medida que derivó en la apertura democrática en la dictadura militar que lideró Hugo Banzer Suárez, recordó el exdirigente minero Pedro Montes.
Un día después – recordó - los niños abandonaron la extrema medida y fueron reemplazados por los sacerdotes Luis Espinal y Xavier Albó, el obispo metodista Pastor Montero y Domitila Chungara.
Montes recordó que el panorama de aquel entonces era totalmente inestable distantes del pueblo, por lo que las cuatro mujeres tomaron la decisión extrema.
“Había persecución a dirigentes sindicales, encarcelamiento, torturas, desaparecidos, confinados, exiliados y desterrados. Las minas eran campos de concentración por eso se ha visto la necesidad de organizar una huelga de hambre a la cabeza de la señora Aurora de Lora”, dijo.
Manifestó que la lucha de las mujeres buscaba una amnistía para el pueblo boliviano en lo que respecta a la libertad política, sindical, de los perseguidos y fundamentalmente el abandono de las minas por parte del Ejército.
En ese contexto – dijo –la medida logra extenderse a nivel nacional por lo que Hugo Bánzer es obligado a llamar a elecciones.
El panorama a nivel internacional era favorable ya que desde que Jimmy Carter asumió la presidencia de Estados Unidos, era creciente a favor de una apertura democrática en los países de Latinoamérica, que desde principios de la década anterior habían sido regidos por implacables dictaduras militares.
En Bolivia, Hugo Banzer, quien ya transitaba por su sexto año al frente del gobierno autocrático, enfrentaba, además, a la lucha del movimiento popular que exigía poner fin a su régimen.
Por ello, a mediados de 1977, el dictador de entonces convocó a elecciones, sin embargo sería sólo una parodia electoral, pues promulgó un decreto ley que impedía la participación de partidos de la oposición y de connotados políticos en esos comicios. Designó a vocales de una corte electoral que estaba absolutamente dispuesta a actuar por instrucciones.
La indignación en las calles era manifiesta, a la par el aparato de represión estaba presto a continuar con la persecución a quienes no acataran las disposiciones del poder de facto del autócrata quien se había instalado en el Palacio Quemado desde el 21 de agosto de 1971, después de un cruento golpe de Estado.
Según declaraciones de activistas, el panorama no parece haber mejorado, ya que luego de, en la actualidad existe una lucha de cívicos y ciudadanos que rechazan una nueva repostulación de Evo Morales al cargo, advirtieron que el país vive una completa dictadura, por lo que iniciaron una serie de medidas como paros y huelgas de hambre, en diferentes ciudades del país.
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