En diabéticos
La diabetes, también llamada la enfermedad silenciosa, puede tardar como mínimo una década en manifestarse con problemas en la visión causando cataratas o una retinopatía diabética. La visita a un oftalmólogo es una obligación para detectar el riesgo de un edema macular diabético. Sin embargo, los avances de la medicina han lanzado una propuesta para reducir el riesgo de la ceguera en diabéticos.
El riesgo de la pérdida visual en una persona con diabetes es muy alto cuando padece un edema macular diabético, un daño al que en principio y de forma equivocada las personas no le dan la importancia necesaria y que hasta ahora se trataba solamente con láser y cirugías.
Ante el riesgo que representa este cuadro para los diabéticos, un equipo de investigadores médicos presentaron el Eylia, que es un fármaco para tratar el edema y la degeneración macular relacionada con la edad.
Esta alternativa de tratamiento puede detener oportunamente las amenazas de la vista, cuando la visión queda distorsionada, nublada, borrosa, desenfocada y la disminución de la misma es evidente puede ser tarde para frenar los daños severos causados por el edema macular, que se manifiesta en un 13 % de las personas que padecen de retinopatía diabética.
Desde hace un tiempo, el fármaco es una de las opciones que ha tenido importantes resultados en tratamientos de ese tipo de edema en Bolivia, afirma el reconocido oftalmólogo Gonzalo Murillo, que utiliza de forma recurrente ese producto de la farmacéutica Bayer.
En términos sencillos, la complicación del edema macular consiste en la acumulación en la mácula, la parte central de la retina, de suero o líquido filtrado desde la sangre, lo que provoca la alteración de la capacidad visual.
El medicamento es un antiangiogénico que se usa para evitar la proliferación de los vasos enfermos que producen el edema cuando ya existe una retinopatía diabética y también para tratar la degeneración macular relacionada con la edad.
De agravarse, la enfermedad puede convertirse en un edema macular o en una retinopatía proliferante, que no es otra cosa que la multiplicación de los vasos enfermos. Para tratar la retinopatía proliferante solo funciona la cirugía. No hay que perder de vista que la enfermedad base de toda esa complicación es la diabetes, también conocida como la asesina silenciosa porque en principio las personas no la detectan fácilmente, pero en la actualidad afecta a más 360 millones de personas en el mundo.