Cuando llegué por primera vez a Latinoamérica hace algunos años, sentí en mi corazón que tenía un ritmo más acelerado que lo normal, como si tuviera una sensación de alegría, o de cansancio, una sensación que no se puede explicar. Conforme visitaba más países, llegué a Bolivia, un país más alto en relación con el nivel del mar, y con más dificultad para respirar, pero el oxígeno que se posee en estos territorios es más limpio que en otras tierras de países desarrollados.
Muchos países catalogados como del Viejo mundo ya se dieron cuenta que cometieron un error al pensar solo en la expansión territorial para habitar y no así en la riqueza forestal, que es la causante de un oxígeno más limpio.
La mayor contaminación que posee nuestro planeta es por la emanación de dióxido de carbono CO2 y el exceso de este gas causa desequilibrios en la naturaleza y el árbol es el único ser vivo que tiene el poder de absorber el CO2 y convertirlo en oxígeno puro.
Lo lamentable es que se necesita 22 árboles para cumplir la necesitad de oxígeno de una persona, y por cuántos árboles mueren o son talados al año y cuántas personas nacen al año, los consumidores de oxigeno van en ascenso y los productores de oxígeno van en descenso o, mejor dicho, los vamos exterminando cada vez más.
La deforestación es una cuestión de actualidad, se mueren o los matamos 10.000 millones de árboles cada año; esto significa que se absorbe menos CO2. Y la vida se vuelve más dura para 1.6 millones de personas y nos hace más endebles ante los episodios climáticos extremos, que ahora son la mayor amenaza para la humanidad.
Algunos países ya tomaron medidas ante esta desigualdad o ante esta necesidad de salvar nuestros árboles; en África mi país y otros países más están trabajando en una gran muralla verde al plantar árboles en una extensión de 8.000 kilómetros. Pakistán está plantando más de mil millones de árboles, con la participación de 500.000 personas, al igual que la república de China ha desplegado a 60.000 soldados para plantar árboles y crear un bosque en un territorio más grande que toda Irlanda. India movilizó a más 1.5 millones de personas para plantar 66 millones de árboles.
Hay grandes movimientos de personas, se está invirtiendo grandes cantidades de dinero; no sé cómo se puede catalogar esto como gran inversión o como una gran pérdida económica, porque tenían todos los países sus bosques, pero los destruyeron, y ahora se pretende reconstruirlos, porque la estabilidad alimentaria también está en peligro.
¿Inversión o pérdida?
No quiero causar gran alarma sobre los árboles, la estabilidad alimentaria, y el oxígeno vital para subsistir, sino pretendo poner en conocimiento estos sucesos a nivel mundial, y que cada país latinoamericano cuide lo que aún le queda, no lo destruya todo; están a tiempo, estamos a tiempo de poder cuidar y respetar a la naturaleza y si es posible aportar, plantando un árbol, a la existencia de la vida humana.
Pathe Seiny es MSc. Comercio Internacional y Negocio (Kyung Hee University) Corea del Sur, Dr. Gestión del Desarrollo y Políticas Públicas (UMSA) Bolivia.
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