“Lucianita” y Bulo Bulo, ejemplos de despilfarro

En la historia económica del Estado boliviano, solo los gobiernos de Andrés Santa Cruz, Manuel I. Belzu, Hugo Banzer y Evo Morales tuvieron ingresos económicos que les permitieron gozar de estabilidad y disponer de ilimitados fondos para hacer gastos. Se debe destacar que el gobierno del presidente Evo Morales fue el que dispuso de más dinero, aunque, paradójicamente, no hizo las inversiones oportunas y necesarias, perdiendo el país la oportunidad de salir del atraso colonial y feudal e ingresar a una etapa de desarrollo nacional y democrático.

Se estima que de los cuatro gobiernos citados, tres de ellos recibieron en total alrededor de dos mil millones de dólares, mientras el de Evo Morales recibió en doce años de existencia alrededor de 34 mil millones de dólares, lo cual puede convertirlo en el gobierno que más dinero recibió en la historia de Bolivia.

Por otro lado, los gobiernos de Santa Cruz, Belzu y Banzer (en total veinte años) tuvieron ingresos principalmente de la producción interna y no de los altos precios de las materias primas; en cambio el gobierno de Evo Morales fue beneficiado principalmente por la exportación de gas, zinc, oro, plomo, estaño, con altísimos precios internacionales, como jamás se conoció en la historia del país, y en muy baja proporción de la producción interna que quedó estancada y relegada a último plano.

La enorme e increíble cantidad de fondos que ingresaron al país, en trece años de los tres gobiernos continuos de Evo Morales, fue destinada, en alto porcentaje, a gastos superfluos, burocracia con gastos millonarios para emprendimientos “faraónicos” (también llamados “elefantes blancos”) y otros desconocidos, que no tienen rendimiento o que simplemente no funcionan, y sirvió para “congelar” al país en la antigua condición colonial y semifeudal.

Esos negocios se realizaron al arbitrio de las autoridades por el procedimiento de “llave en mano”, sin licitaciones, etc., pero lo peor del caso es que no funcionan regularmente por diversos factores. Tal el caso de la Planta de urea de Bulo Bulo que costó más de mil millones de dólares, levantada en un sitio de difícil acceso, lejos de los centros de consumo externos, sin vías óptimas para la exportación del producto, ya que el consumo nacional es bajo y, por último, tiene un funcionamiento no satisfactorio que en un año paralizó cuatro veces.

Otro caso es el Ingenio de Huanuni, llamado “Lucianita”, que costó más de cincuenta millones de dólares y que instalado bajo las mismas condiciones de Bulo Bulo, no tiene la menor perspectiva de operar, porque simplemente carece de dique de colas y de agua, el principal recurso para su funcionamiento y desarrollo de reservas, lo cual demuestra la práctica de la política del despilfarro imperante.