La vida es corta, se dice siempre; pero, cuando estuvo acompañada de seres queridos como es la familia y también cuando participó de ella un gran amigo como fue Alberto Zuazo Nathes a quien me unió la vida durante más de sesenta y cuatro años (desde el año 1954), esta vida se hace larga porque se compartió con el amigo momentos gratos, instantes difíciles que, a través del periodismo, vivimos las peripecias del país siempre colmados de esperanzas.
Se fue Alberto Zuazo, se adelantó a quienes siempre creímos llegado nuestro tiempo; se fue en la línea del periodismo al que sirvió hasta el último día: trabajó en prensa desde los años 50 y ocupó situaciones expectables no solamente como redactor, columnista, editorialista, articulista, ensayista, sino también como corresponsal de prensa porque estuvo ligado a la agencia de noticias United Press International (UPI); fue dirigente de la Asociación de Periodistas y miembro de muchas instituciones.
Presidente de la Asociación de Periodistas, mereció el Premio Nacional de Periodismo, el primero otorgado luego de su creación. Fue galardonado con el Premio Libertad de la Asociación Nacional de la Prensa y cumplió amplia y meritoria labor en Última Hora, ocupando la subdirección, trabajó muchos años en EL DIARIO y llegó a ser Jefe de Redacción; pasado el tiempo, ocupó muy eficientemente hasta hace pocos días el cargo de Editor General y escribió muchos editoriales, profundos y medulares, artículos y notas especiales.
El periodismo tuvo en Alberto Zuazo su gran promotor y ejemplo de grandes méritos, de profundas convicciones religiosas, sabía de materias generalmente ignoradas por la mayoría de los componentes del periodismo; fue de alguna manera, un maestro viviente de muchas disciplinas; fue defensor incansable de la libertad de expresión; pero, en todo caso, fue amigo leal y sincero compañero de trabajo, amigo personal de mi familia, puesto que periódicamente estuvimos en casa, conjuntamente varios amigos, a escuchar las obras de los genios de la música, porque era apasionado por la música selecta, era apasionado por lo bueno, lo bello, lo constructivo.
Fue, como columnista, crítico de la demagogia y del populismo, enemigo de todo lo que significaba corrupción y condenó la ausencia de institucionalidad en el país y las violaciones a la Constitución y a las leyes; lamentablemente, su palabra, publicada en EL DIARIO, no siempre fue práctica de quienes, teniendo poder, deberían enmendar errores y corregir yerros garrafales.
Alberto Zuazo Nathes se fue, pero queda su mistad, su cariño por el periodismo y por las artes, su pasión por la música y las letras; queda el recuerdo de su amistad como símbolo permanente de sentimientos nobles. Alberto, con el mayor cariño deseo que Dios te colme de bendiciones en el cielo y dé a tu familia el consuelo y la resignación que solamente Él puede dispensar a quienes fueron hijos a los que tuvo en sus brazos, como te tuvo a ti durante tu larga y prolífica vida en servicio del país y de todo lo bueno de la Creación.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
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