Actualmente son más notorias las diferencias políticas entre gobiernos latinoamericanos. En tal sentido, los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua han quedado como remanentes de una línea de extrema izquierda y el apoyo que les brinda Bolivia hace que corra el riesgo de quedar aislada a nivel internacional, lo que preocupa a los círculos políticos y sociales del país.
En cuanto a relaciones con países vecinos, con Chile se ha producido un desfase diplomático después de que la Corte Internacional de Justicia de La Haya diera un fallo negativo ante nuestra demanda para que se inicie una negociación con el propósito de darnos una salida al mar.
En Argentina y Brasil también sus actuales gobiernos son de derecha. En el primer país mencionado gobierna Mauricio Macri y en el segundo el presidente Jair Bolsonaro, con formación militar, quien al derrotar al representante del partido de los trabajadores en elecciones, también dio un duro golpe a las aspiraciones del socialista Inácio Lula da Silva para volver a gobernar en un futuro cercano.
Estos resultados de la política latinoamericana refuerzan la posición del presidente chileno Sebastián Piñera y se vislumbra una integración y cooperación entre países de tendencia derechista, lo que puede provocar un desfase para los intereses de Bolivia, más si los gobiernos de Brasil y Chile anuncian trabajos para mutuo beneficio.
Entonces Bolivia saldría perjudicada, porque, por ejemplo, se perdería interés en el proyecto de tren bioceánico para unir el Pacífico con el Atlántico pasando por territorio boliviano.
Ahora Chile plantea la construcción de una carretera que partiría del Puerto de Santos, atravesando poblaciones brasileñas, hasta llegar a puertos chilenos directamente, para lograr una integración comercial considerable, lo que dejaría postergada en gran parte la actividad comercial y portuaria de Bolivia.
A ese panorama negativo para el 2019, habría que sumar problemas como la disminución de nuestras reservas monetarias, el desempleo en el país, que castiga a los sectores más pobres de Bolivia, así como las inclemencias del tiempo, que afectan a la producción agropecuaria. A ello se suma la proliferación de la delincuencia, de crímenes y asaltos, quedando rebasadas las fuerzas del orden.
Tales problemas solamente podrán ser resueltos con la aplicación de medidas económicas de acuerdo con la situación real del país. Se requiere obrar con austeridad e
impulsar a sectores como el comercio exportador, para obtener las divisas que necesitamos a fin de atender obligaciones ineludibles como el pago de la deuda externa, amortizando capital. En caso contrario, no podremos pagar ni las compensaciones económicas por las empresas nacionalizadas. Todo ello configura un horizonte incierto para Bolivia.
El autor es Profesor Emérito UMSA.
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