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Embarcaciones obsoletas sin control

Constante peligro en estrecho de Tiquina

Miles de turistas nacionales y extranjeros ponen en riesgo su vida, al cruzar de un extremo a otro, en embarcaciones obsoletas que no brindan seguridad en el lago Titicaca


La belleza del lugar contrasta con la irresponsabilidad de los operadores que trasladan pasajeros a la otra orilla, en Tiquina.
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La población de Copacabana es uno de los sectores turísticos del departamento de La Paz que es muy concurrido, pero algunos pobladores califican como un riesgo el pasar el lago Titicaca, en el sector del estrecho de Tiquina, porque el sistema para cruzar de una orilla a otra implica constante peligro para los visitantes.

En el mes de diciembre comunarios de distintas regiones de la provincia Manco Kápac, realizaron un bloqueo de caminos demandando la construcción de un puente, ante las tareas de discriminación y abusos ejercidos por parte de balseros. Esta determinación fue suspendida luego de conocer que la Gobernación realizaría un estudio y concretaría un proyecto a diseño final, mientras que la población continuará arriesgando su vida pasando el estrecho del lago en balsas, donde muchos no utilizan chalecos salvavidas a vista y paciencia incluso de la Armada Boliviana acantonada en ese sector, pero donde no existe ningún control.

EL DIARIO constató que las embarcaciones que transportan automóviles no cumplen con las normas ya que permiten, en la mayoría de los casos, el paso de personas junto a los vehículos a cambio de un pago extra, además, las lanchas que trasladan a la población no reparten ni exigen el uso de chalecos salvavidas.

En muchos casos los chalecos se encuentran guardados al interior de saquillos o en un depósito al interior de la embarcación, razón por la que los pasajeros están imposibilitados a hacer uso de uno de los elementos que puede salvar una vida, sobre todo cuando las condiciones de las balsas dejan mucho que desear y estas embarcaciones llegan a presentar problemas en sus motores al medio de las aguas gélidas, donde las olas en temporada de lluvia o fuertes vientos, hacen que los pasajeros, solo oren a la virgen de Copacabana para que sean protegidos sus visitantes, porque las autoridades no lo harán.

La cantidad de visitantes que llegan a Copacabana, si bien cada vez es mayor, no se vislumbra mejora alguna en el transporte público lacustre, porque son los mismos sindicatos de los balseros, a quienes les interesa mantener el negocio, sin interesarles la seguridad de sus pasajeros.

“No, no pasa nada, los chalecos están guardados, pero no hay obligación de utilizarlos, porque además cuando hay alguna inspección por fiesta u otro acontecimiento debemos mostrarlos y es mejor guardar para que no se envejezcan, porque nadie nos podrá reponer si se envejecen”, explicó uno de los balseros, quien apostado al lado del motor de la barcaza, miraba hacia la otra orilla con la finalidad de llegar lo más antes posible, para no perder su puesto de traslado de pasajeros y no por el temor de evitar ser afectado por los vientos que movía peligrosamente la embarcación cada vez con mayor fuerza.

Para que dicho transporte logre trasladar pasajeros de un extremo a otro y ante la cantidad de visitantes, los propietarios de las lanchas llenaban sus embarcaciones casi hasta el tope, siempre, son exigentes para que las personas ocupen todos los espacios, como si fuera un microbús, están atentos a que sus pasajeros paguen y entreguen las fichas de derecho a transporte, pero no existe preocupación por la seguridad que deben brindar o por las condiciones en las que deben estar dichas embarcaciones, el negocio supera la norma u obligación, porque en el estrecho de Tiquina no hay control de la Armada Boliviana ni de ninguna instancia.

Asimismo, se pudo constatar que algunas embarcaciones presentaban problemas en su motor en el momento de pasar por el estrecho, apagándose en medio de dicha trayectoria, dejando la embarcación a disponibilidad de fuertes corrientes naturales del lago Titicaca o la posibilidad de que puedan reaccionar dichos motores con la iniciativa del conductor.

“Es el colmo, como es que permiten que este tipo de embarcaciones sigan funcionando y trasladando pasajeros, a esta embarcación se le ha apagado en dos ocasiones el motor y el lanchero todavía pretendía llenar su embarcación como si fuera camión con gente parada y sínicamente decía: lleno tengo que salir no puedo salir como ustedes quieren”, denunció Virginia Loza, madre de familia, quien con una menor en brazos, cerraba los ojos cada que el motor de la embarcación se detenía en medio del lago.

Para muchos de los pasajeros, el uso de un chaleco salvavidas se convierte sólo en un inconveniente, que deba ser utilizado por más de 10 minutos, factor que se debe generalmente a la falta de orientación de las propias instancias de la Gobernación y autoridades de Estado que definan políticas más rigurosas de transporte en sectores lacustres, salvo que sólo salgan a lamentar cada que ocurre un accidente, observó Loza.

 
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