El año que iniciamos es un llamado a obrar con responsabilidad y alto grado de honestidad con el pueblo, puesto que vivir en un período electoral debería implicar la renovación de buenos propósitos, cambiar conductas que tuvieron mucho de negativo y han mostrado cuadros nada esperanzadores. El inicio del año requiere que, finalmente, se tome conciencia de país y se demuestre que tanto el gobierno como los partidos o grupos que tercien en las elecciones primarias y luego en las generales, estén dispuestos a asumir cambios radicales en lo que, en trece años de gobierno masista, se ha hecho o, en casos, no se hizo nada.
La democracia en que vivimos desde el año 1982 exige que se tenga presente que democracia no significa anarquía y desunión, que las confrontaciones y diferencias no le hacen bien al país y sólo causan daños a la sociedad inmersa en el Estado, que quiere conductas y comportamientos dignos de ser bolivianos; que las ostentaciones de patriotismo que se hacen como parte de la propaganda electoral, sean ciertas en el comportamiento diario; que las mentiras esgrimidas en contra de quienes se cree contrarios y dejen de ser arma innoble que enrostra todo a todos sin fundamentos ni razones valederas y que solamente sirven para agrandar a un partido político cuando en el sentir del pueblo lo empequeñecen y lo hacen totalmente desconfiable.
El nuevo período de elecciones en que se sumirá la colectividad no puede ni debe ser tiempo de discordancias y enfrentamientos, de acusaciones y enrostramientos falsos, de incriminación de actos pasados o presentes que no se han cometido o que si ocurrieron fue debido seguramente a circunstancias especiales que es preciso comprender y, si hay algo condenable en lo hecho, denunciarlo pero aportando las pruebas consiguientes. No puede imperar la mentira cuando la verdad es lúcida, transparente y menos puede utilizársela como instrumento para denostar, denigrar, herir, lastimar y calumniar a quien se considera rival o contrario electoralmente.
El gobierno, así como se precia de lo bueno que hizo en trece años, debe también reconocer lo malo y corregirlo con altura y honestidad, porque el mismo período electoral y la necesidad de que el pueblo vuelva a confiar, a creer en promesas que se le hizo y que, en el pasado nada lejano, también se hicieron y no se cumplieron. Lo prometido tiene carácter moral y en atención a la verdad y la dignidad, debe ser cumplido. Usar la promesa y el buen propósito tan sólo por intereses y conveniencias del voto ciudadano sin darle seriedad y honradez en su cumplimiento es, simplemente, nadar en las aguas turbias del engaño y la mentira, es demostrar que en lo prometido sólo hubo demagogia y populismo con fines arteros y contrarios a toda moral y conducta digna que debe tener todo hombre.
Tanto el partido de gobierno como los que terciarán en las elecciones, se refieren mucho a la importancia de la democracia; pero, no toman en cuenta que democracia es el gobierno del pueblo por el pueblo, pero no ruina del pueblo por el pueblo; es decir que no se puede ni debe utilizar ninguno de los principios o bienes de la democracia en detrimento o perjuicio de gobernantes o de gobernados que, ante la Constitución y las leyes se encuentran en los mismos planos, en idénticas situaciones porque si bien la democracia debe ser ejercida por el gobierno también el pueblo, y muy especialmente los partidos políticos, deben ejercitarla, respetarla y, en lo posible, buscar su perfeccionamiento.
Es preciso que gobierno y oposición comprendan que en democracia, no se es libre para pisotear a otros, se es libre para vivir con otros y para otros. Entender algo que siempre se olvida, especialmente cuando hay intereses y conveniencias partidistas o personales, que se tome conciencia de una realidad: la democracia es la expresión de una vida en común, producto de una decisión consciente por los altos valores que representa, y proviene de la convicción de que es un elemento esencial para la convivencia entre los hombres, sobre todo en lo que atañe a las ideas de libertad e igualdad que, por sí mismas, presuponen determinadas limitaciones surgidas de los instintos antagónicos que halla al organizarse, superables a partir de la confianza que se tiene en los miembros de la colectividad.
El vivir en democracia y hacer de sus principios y Constitución del país método para elegir a las autoridades nacionales, obliga, de algún modo a que gobernantes y gobernados tomen razón y convicción de lo que el ex-presidente de los Estados Unidos, James Madison, dijo: “El propósito de toda Constitución Política es, o debería ser, en primer lugar, promover como gobernantes a hombres que posean la mayor capacidad para discernir y la mayor virtud para perseguir el bien común de la sociedad y, en segundo lugar, tomar las más efectivas precauciones para que se mantengan virtuosos mientras sigan siendo depositarios de la confianza pública”.
Tanto el partido de gobierno como los participantes en las próximas elecciones, primarias o generales, tendrán que asumir la urgencia de no repetir yerros del pasado, perfeccionar las condiciones que unan al país y adoptar políticas y conductas que tengan virtudes como la honestidad y la responsabilidad.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |