En democracia, los militares aspirantes a la Primera Magistratura de la Nación buscaron a ciudadanos civiles como acompañantes de fórmula, en el pasado mediato.
Quisieron ratificar, con esa actitud, la fusión cívico – militar, como signo de un histórico reencuentro, por el bien común. Recordemos que ambos sectores estuvieron distanciados y enemistados, por cuestiones político – ideológicas, desde los albores de la era Republicana.
Los uniformados con ese hecho buscaron reivindicarse ante la historia y los hombres. O sea que trataron de recuperar o granjearse el respaldo popular.
Ello ha ocurrido, por ejemplo, con Germán Busch, Gualberto Villarroel, René Barrientos Ortuño o Hugo Banzer Suárez. Del primero su acompañante fue Enrique Valdivieso, potosino. Del segundo, Julián V. Montellano, chuquisaqueño. Del tercero, Luis Adolfo Siles Salinas, paceño. Y del cuarto, Jorge “Tuto” Quiroga Ramírez, cochabambino.
Con este accionar no solo intentaron testimoniar, ante la opinión pública interna y externa, la reconciliación entre la población civil y las fuerzas uniformadas, sino la inquietud de integración nacional, tan necesaria e impostergable, en todos los tiempos.
“Vosotros que representáis el Norte y el Sud del país, y que sois solidarios en el ideal de hacer grande a la Patria, simbolizáis la unión geográfica y espiritual de Bolivia, que queremos cada vez más grande, fuerte, firme e indestructible”, afirmó el presidente de la Honorable Convención Nacional, Renato A. Riverin, al recibir el juramento constitucional del presidente Germán Busch y del vicepresidente de la República, Enrique Valdivieso (1).
Los “vicepresidenciables” han proliferado en todos los tiempos y en todas las regiones del país. Entre ellos había académicos, estudiosos, campesinos y dirigentes sindicales.
Pues ellos se prestaron a cubrir las espaldas de los “presidenciables” en un proceso político de libertades. Lo hicieron con o sin afinidad político - ideológica. Quizá llevados por la emotividad del momento o motivados por ciertos intereses. O aprovechando la oportunidad para pasar a la historia como dignatarios del Estado.
Lo hicieron a sabiendas que la “vicepresidencia” estuvo considerada como “furgón de cola”. Como “la quinta rueda del coche” o la “dependencia sin poder de decisión”. Un despacho simbólico, en democracia, es una realidad que no cambiará, sino que seguirá su cauce.
En suma: los “vicepresidenciables”, marcados por el oportunismo unos y por la vocación de servicio incondicional al país otros, se multiplicarán, en el ámbito político nacional, como siempre.
(1) Renato A. Riverin, presidente de la Convención Nacional: “Doctrina Socialista y Discursos Parlamentarios”. Imp. Trabajo, La Paz – Bolivia, 1939. Pág. 49.
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