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II

Prever el futuro para cambiarlo

Antonio Pulido

Por su importancia como fuerza transformadora de la economía y la sociedad en su conjunto, voy a referirme en particular al retrofuturo en la nueva economía digital.

Utilizaré, como punto de partida, unas reflexiones recientes de Roberto Espinosa (@resbla) sobre las dificultades de predecir el futuro de la evolución de las empresas ante la innovación tecnológica y sus impactos en cadena: https://www.sintetia.com/predecir-el-futuro-es-mal-negocio/

“El problema con las predicciones es siempre el mismo: las revoluciones tecnológicas son en realidad eso que llamamos disrupciones, y las disrupciones no ocurren por la tecnología, ocurren por una utilización novedosa de una mezcla de tecnologías para solucionar un problema de una forma radicalmente mejor de lo que se hacía hasta entonces.”

Un ejemplo representativo que menciona Espinosa: la innovación tecnológica del smartphone no permitía imaginar/predecir la posterior incidencia revolucionaria en el negocio de taxistas y hoteleros con Uber y AirBnb. Y cita a Roy Amara y su ley de la habitual sobreestimación de efectos de una tecnología a corto plazo y subestimación a largo.

Por eso ve relativamente factible predecir qué tecnologías dominarán el mundo en 20 años, pero no cómo impactarán en la sociedad y las empresas. En todo caso, “lo que sí sabemos es que la aplicación de esas nuevas tecnologías va a producir impactos no deseados”.

Detectar esos impactos no deseados y diseñar un proceso para limitarlos o asimilarlos socialmente en el tiempo serían el objeto del planteamiento de retrofuturo.

En en el periódico El País (14/11/18) se publicó un interesante artículo de Manuel Ansede (@manuelansede) sobre esos posibles impactos no deseados, que se inicia con una referencia a un curioso vaticinio (después posible fake new) del diario The Times en 1984 en que avisaba que la acumulación de excrementos de caballos sería una amenaza para la civilización (La Gran Crisis de las Boñigas de Caballo de 1984 y el futuro de la humanidad).

Me sirve como aviso para un uso imprudente de las acciones de retrofuturo. No sea que tomemos medidas para disminuir o eliminar excrementos de las calles a punto de generalizarse el automóvil como medio de transporte. Pero además el artículo de Ansede es interesante por sus referencias a diversos especialistas y sus opiniones sobre efectos no deseados de esas nuevas tecnologías. Voy a comentar sólo dos que me parecen especialmente relevantes para el enfoque de retrofuturo.

El primero se refiere a un artículo publicado por la directora del Departamento de Medios y Comunicación de London School of Economics,Robin Mansell, en el libro La era de la perplejidad. Repensar el mundo que conocíamos (BBVA OpenMind, 2018), sobre disrupción digital, reajuste y nuevas vías https://www.bbvaopenmind.com/articulos/disrupcion-digital-y-reajuste-imaginar-nuevas-vias/

“Este artículo evalúa los beneficios y perjuicios derivados de las tecnologías digitales disruptivas. Tiene en cuenta los imaginarios sociales que apoyan la idea de que cada cual debe ajustarse naturalmente a la senda de las innovaciones, aunque ello implique el riesgo de que los humanos acabemos cediendo el control de nuestras vidas a los operadores de las grandes plataformas digitales, a los gobiernos o a tecnologías inspiradas en la inteligencia artificial. El artículo expone por qué es esencial promover un debate sobre mundos alternativos a este, y valorar si nos estamos adentrando en un camino de consecuencias negativas que no sea posible corregir ex post con intervenciones políticas”.

La conclusión de Mansell es toda una llamada al retrofuturo:

“Se necesita políticas para mejorar la cualificación, hacer frente a los fallos del mercado, limitar los daños y reducir la desigualdad, pero las cuestiones más importantes planteadas por la invasión de la IA y el aprendizaje automático no deben dejarse en manos del mercado, de los negocios, del Estado ni de los representantes de la sociedad civil. Lo más importante es asegurar un sólido diálogo entre todas las partes que permita considerar las «nociones e imágenes normativas más profundas» que sustenten la creencia generalizada de que la dirección general del cambio tecnológico es consistente con la autonomía y el florecimiento humanos”.

La segunda referencia que tomo del artículo de Ansede son las opiniones del director deCotec, Jorge Barrero (@Jorge_barrero_f):

“Creo que el discurso público y la cultura popular están muy centrados en las distopías. No hay una gran confianza en el futuro. A lo mejor de lo que hay que discutir más es de la utopía hacia la que queremos dirigirnos y hacia la que orientar la tecnología... Tenemos un déficit de utopías. Hay que pensar en cómo queremos que sea el mundo dentro de 30 años. Si queremos una economía circular [un nuevo modelo de producción que busca alargar al máximo la vida útil de los materiales y reducir al mínimo la generación de residuos], hagamos ingeniería inversa y pensemos ya en qué nos falta para dar el salto”.

Esa ingeniería inversa, en la que tomamos medidas para construir el mundo futuro que deseamos, más allá de las perspectivas que se deducen de proyectar las tendencias en marcha, forma parte de ese enfoque de retrofuturo que defiendo.

http://www.twitter.com/@PsrA

 
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