Labor por un mundo mejor

En últimas publicaciones, la entidad internacional Legión de la Buena Voluntad (LBV), de enorme labor para tratar de lograr una pacífica convivencia entre seres humanos, a través de educación, ayuda al prójimo, empoderamiento de la mujer y erradicación de la violencia contra ellas, basado en el ecumenismo total, nos da a conocer varios aspectos que, de ser tomados en cuenta, se podría llegar a una vivencia en paz en las sociedades.

Se destaca en primer término, según escribe Suelí Periotto, la aplicación de la Pedagogía del Afecto y del Ciudadano Ecuménico, que son parte importante de la línea educativa de la Legión, que ayuda a fomentar ese sustancial proceso para lograr el empoderamiento de la mujer-madre, ante lo cual, en su red de escuelas de enseñanza regular y Centros Comunitarios de Asistencia Social, los padres o responsables son invitados a participar en una alianza que fortalezca esos esfuerzos de la comunidad socioeducativa, misma que conforman los niños, aunque, según el líder de la LBV, José de Paiva Netto, “la escuela es imprescindible, pero no sustituye al hogar. El Estado y la sociedad, unidos, tienen que gestionar soluciones para que las familias críen y eduquen dignamente a sus hijos”.

Periotto también puntualiza que en dichas reuniones con las familias utilizan el “Método de Aprendizaje por Investigación Racional, Emocional e Intuitiva”, que fue creado por los propios educadores de esta institución.

En otro artículo de Janine Martins se hace hincapié en “Liderazgo comunitario femenino”, preguntándose: ¿Qué hacer cuando sufre la comunidad con una precaria infraestructura y con la ausencia de servicios básicos, tales como redes de agua potable, alcantarillado y electricidad? Ante situaciones como éstas, expone, muchas mujeres tienen dentro de sí un factor indispensable: la determinación de buscar soluciones. Martins asevera: “la LBV, al respecto apoya a las mujeres para que asuman el papel protagónico en los sitios donde viven, a fin de mejorar su calidad de vida que, es de riesgo social, mediante el programa Red Sociedad Solidaria, que prioriza el trabajo para el empoderamiento femenino”.

En torno a esta situación, menciona como ejemplo a la “Tía Lourdes”, una mujer que parte de su vida vivió en condiciones de extrema pobreza, pero que ello no le impidió brindar ayuda, por ejemplo, a niños que se quedaban solos en sus miserables viviendas, ya que sus padres debían salir a buscar el diario sustento, sufriendo entonces accidentes, quemaduras, y otros percances. Fue cuando los acogió en su humilde morada que al final llegó a transformarse en una especie de guardería infantil. Esto la llevó a crear luego una entidad para acoger a la niñez desvalida, con el apoyo de la LBV.

En otra nota, escrita por Giovanna Pinheiro, bajo el título “Hora de recomenzar”, resalta que “acabar con la violencia de género es uno de los grandes desafíos de la agenda global para los próximos años. De ahí que, destaca, la LBV trabaja para combatir esa práctica condenable y fortalecer la protección a las mujeres, además de promover iniciativas de concientización y movilización social que tengan como objetivo este tema”. Dice que la exclusión y desigualdad de género están en todo lado; de ejemplo toma a Amalia Apaza, migrante del altiplano boliviano, la que en un alejadísimo barrio alteño sufría las penurias de tal realidad, hasta que llegó a sus oídos la existencia de un Centro de Capacitación Técnica de la LBV; ahí aprendió a elaborar ajuares de bebés y otros que los vendía personalmente, hasta que por su calidad alguien le ofreció ponerlos en su céntrica tienda. Hoy es otra persona, resalta…