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Nicómedes Sejas T.
DE SOCIOS A CANDIDATOS
En la coyuntura electoral que se vive en Bolivia, el oficialismo ha posicionado en la opinión pública a su caudillo y candidato; de modo que los candidatos ocupan el lugar de la competencia de opciones ideológicas. La propaganda oficialista ha construido, con recursos públicos, la imagen de su caudillo recurriendo a un discurso mitológico, atribuyéndole dotes de un predestinado, por los que debe ejercer el poder por tiempo indefinido, ignorando las restricciones constitucionales y la voluntad popular, bases fundamentales de un sistema democrático. La siembra hecha por los “neoliberales” y los altos precios de las materias primas en el mercado internacional por más de una década han jugado a su favor, el gobierno no ha hecho más que apropiarse del mérito.
En la oposición ha surgido una verdadera corriente de opinadores que propugnan el unitarismo, razonando como el oficialismo, se han concentrado solo en destacar a un candidato de la oposición, partiendo de la referencia estadística en la que el reciente vocero de la demanda marítima de Bolivia -Carlos Mesa- ha logrado cierta notoriedad en un canal chileno, con una notable explicación de la justeza de la causa marítima que los bolivianos la hicieron suya. La entrevista televisada no pasó de ser una anécdota en el proceso de la demanda marítima ante La Haya, porque el fallo negativo de este alto tribunal fue otro fracaso diplomático de Bolivia, aunque este bochornoso resultado fue matizado por el oficialismo con la falacia de que Bolivia no ha perdido su demanda.
El antecedente es que el pragmatismo de los liberales, socios y leales aliados de los empresarios anglo-chilenos, sellaron la mediterraneidad de Bolivia a comienzos del Siglo XX, a cambio de la promesa chilena de entregar Arica y Tacna, que nunca se cumplió. Los mayores beneficiarios de esta doble pérdida bélica y diplomática de Bolivia fueron los liberales, cuya felonía reforzó la alianza o la sujeción de los empresarios bolivianos a los intereses anglo-chilenos: los liberales estuvieron en el poder dos décadas. Desde entonces, Bolivia fue incapaz de mejorar sus condiciones de negociación frente a Chile para retornar al Pacífico. El reciente intento concebido erróneamente con el enfoque pragmatista, recurriendo al concepto del derecho internacional, como los “actos unilaterales”, en el que quedaron involucrados los excancilleres y expresidentes, en la opinión de la CIJ fue insuficiente para fundamentar la demanda boliviana.
En 1920, Franz Tamayo, miembro de una delegación que no pudo lograr la reivindicación marítima ni la revisión del Tratado de 1904 en la Liga de Naciones, con sede en Ginebra, fue tachado de un rotundo fracaso diplomático y objeto de furibundas descalificaciones por los círculos intelectuales de entonces.
Esta historia corta del fracaso de la demanda marítima ante la CIJ nos sorprendió con el lanzamiento de dos socios como los candidatos más importantes de esta coyuntura electoral: una polarización de socios muy festejada por el oficialismo y la oposición. El oficialismo por tener un adversario muy vulnerable por su dudoso pasado por el poder y la oposición porque la clase media supone que detrás de Mesa tiene una causa para intentar recuperar la democracia, o ciertos mecanismos de ella, como la alternancia y el respeto al voto popular.
El poder conspira contra la democracia
El oficialismo está consciente de que el poder tiene una ventaja incomparable frente a los candidatos opositores, puede, como lo ha hecho durante sus trece años en el poder, subordinar todos los órganos de poder a su designio, la Asamblea Legislativa para legalizar sus iniciativas como la LOP, sin importar sus contradicciones, el Tribunal Constitucional para cambiar la CPE mediante interpretaciones inconstitucionales, usar los recursos públicos en su campaña sin fiscalización. Por el momento no hay órgano de poder capaz de garantizar todo derecho constitucional si al poder se le ocurre no hacerlo. El TSE se ha convertido en el instrumento más valioso para los intereses del poder, porque es parte del engranaje de la reelección indefinida de los caudillos del MAS, habilitando a sus candidatos para las próximas elecciones generales y posiblemente para maquinar su triunfo electoral a fines del 2019. Hay que recordar que en 1989 ya tuvo ese triste papel la “banda de los cuatro”.
Esta estrategia se ajusta a los objetivos políticos diseñados por los estrategas del ALBA y socializado en el cónclave realizado en Cuba (14/12/2018), en el que participaron Nicolás Maduro de Venezuela, Daniel Ortega de Nicaragua, Miguel Díaz-Canel de Cuba, Evo Morales de Bolivia y representantes de los países del Caribe. La consigna principal es resistir el avance de la derecha en la región, esto es, no soltar el poder; el segundo componente importante de su programa es concebido como la única respuesta posible contra la influencia americana en la región, con un antiimperialismo que desvía la atención de las causas internas del crecimiento y la estabilidad; de hecho la democracia ha quedado borrada como sistema político para América Latina. Bolivia vive aquella arremetida.
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