Álvaro Numbela T.
Primero y antes de nada ¿Qué es la democracia?... La democracia es el cumplimiento de la ley. La aclaración va a despecho de don Álvaro García Linera, vicepresidente de Estado, quien el 16 de enero de 2019, con motivo del Saludo Protocolar del Honorable Cuerpo Diplomático, dijo: “que no hay democracia cuando simplemente las instituciones se cumplen” (1).
¡Epa!, como se diría, corrientemente.
Así… todos saltamos en la banca. No solamente porque se rompe con el respeto a personalidades que asisten a un acto de protocolo, que a la manera de los viejos senadores romanos -sin que se les mueva un solo pelo- estuvieron obligados a escuchar tal “cornetazo”, que desafina a toda una orquesta sinfónica que marcha sobre los 326 grados de vibración por segundo. Sino que la Ciencia Política queda atrás, cuando enseña que la democracia es una filosofía: la ciencia de las cosas naturales que denota una manera de vida que prefieren los bolivianos; la democracia es también una religión, que puede dar lugar a la unidad tan acariciada, como acontece con las conclusiones de la reunión cívica concretada en Santa Cruz el 17 de enero de 2019. La democracia puede ser accesoriamente una forma de gobierno, autoritaria por cierto, como acontece en Bolivia.
Esta consideración tan rica que señalo viene de la idea que los hombres se hacen a propósito de una vida mejor, la cual se encuentra materializa dentro de su Constitución. Negar todo esto conduce a la incomprensión de la dinámica social que anima la vida ciudadana, también el funcionamiento positivo de las instituciones que encarnan la función y la mística del Poder.
LA PRECISIÓN INDISPENSABLE
La idea “democracia” obliga a estudiar su implantación dentro del grupo social. Desde el punto de vista de la economía, para hacer cuenta de factores materiales que dinamizan su evolución; psicológicamente, para apreciar las representaciones que se hacen los individuos, a propósito de un futuro mejor; teóricamente, para analizar las incidencias de sistemas y de doctrinas; jurídicamente, para definir las instituciones tanto privadas como públicas, dentro de las cuales la democracia se concretiza.
Por lo tanto, la democracia se concretiza en instituciones. La yuxtaposición a esa especialización científica desanima a cualquier estudio a propósito de ella. Y entonces, ¿cómo queda don Álvaro García, cuando se agradece el acompañamiento de la OEA en la observación del proceso electoral del 27 de enero? o ¿cómo reacciona el gobierno cuando el Estado puede ser sancionado por violar los derechos de la Madre Tierra? La política no siempre sigue las indicaciones de la razón, para Bolivia se debe recuperar la plenitud de su humillada vida democrática con sus instituciones. En síntesis, ¡que no se confunda con la viveza de un autoritarismo anodino!
1.- Correo del Sur: “Nadie tiene derecho a enseñarnos nada”. Sucre, 16 de enero de 2019. Pág. 1.
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