El Papa Francisco ha reiterado, una vez más, la urgencia de que la crisis que viven Venezuela y Nicaragua sea superada mediante el diálogo; pidió que ambos gobiernos entiendan a sus pueblos y corrijan las políticas que han creado descontento y provocado migraciones que son alarmantes. En los últimos días ha reiterado su pedido para que ambos países enfrenten la crisis mediante el diálogo honesto y fraterno; pero en muchas instituciones de Venezuela si bien se cree que efectivamente el diálogo podría alcanzar algunos éxitos, en la actual situación de persistencia en políticas contrarias al pueblo por parte del régimen imperante, todo se hace difícil.
Hay angustia y preocupación en las instituciones religiosas de Venezuela porque consideran que el Vaticano no solamente debería convocar al diálogo sino ayudar en la presión para que el dictador Nicolás Maduro abandone sus políticas que causan dolor, hambre y angustia en el pueblo que se ha visto obligado a emigrar a otros países, en busca de mejores condiciones de vida, puesto que en su país no las encuentran.
Los regímenes de Nicaragua y Venezuela son, en el momento, motivo de preocupación para todo el mundo democrático y son muchas las naciones que han condenado a ambos regímenes por las políticas practicadas; consecuentemente, la propia iglesia venezolana considera que el dictador Maduro debería frenar los extremos desatados contra el pueblo, cambiar políticas para que la economía sirva al país y se provea a toda la nación de alimentos, vituallas y medios de vida plena. Pide la Iglesia venezolana que los derechos ciudadanos sean restituidos al pueblo y que terminen las persecuciones a quienes condenan al régimen.
Idénticas expresiones surgen en diversos sitios de Nicaragua, en los que se condena severamente al régimen de otro dictador, Daniel Ortega, que tiene sojuzgado a su pueblo y, prácticamente, ha atentado contra todos los derechos humanos, contra la economía y las condiciones de vida del pueblo, causando muchísimas muertes y apresando a miles de ciudadanos, tan solo por expresar criterios contra el régimen que está dispuesto a mantenerse en el poder bajo el pretexto de ser “gobierno democrático por haber sido resultado de elecciones”.
El pueblo venezolano espera que la Iglesia Católica, cuya cabeza es el Papa Francisco, se pronuncie severamente contra el régimen venezolano, porque el simple llamado al diálogo -medida que no acepta ni aplica para nada el presidente dictador- no es suficiente porque para él parece simplemente un apoyo directo a sus políticas que ya han causado el éxodo de más de tres millones de personas, que han buscado refugio, alimentos, trabajo y atención en salud en países como Colombia, Ecuador y otras naciones.
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