Las empresas mineras organizadas en cooperativas están terminando con los glaciares a plan de dinamita, mercurio y otros compuestos químicos, que también están afectando la flora y la fauna
La explotación minera a lo largo de toda la cordillera de los Andes, pone en peligro los ecosistemas, además de la contaminación irreversible de las cabeceras de los ríos que desembocan en la amazonia boliviana.
Las empresas mineras organizadas en cooperativas están terminando con los glaciales a plan de dinamita, mercurio y otros compuestos químicos que luego son derramados en los ríos matando especies originarias de peces, ranas, invertebrados y plantas.
Es lo que esta pasado en las cabeceras de los ríos de los Yungas que están siendo amenazados por la contaminación. Las aguas cristalinas de sus aguas provenientes de los deshielos de las montañas, se tornaron cafés por los elevados niveles de plomo, mercurio y otros compuestos químicos pesados que a diario son derramados por las cooperativas mineras, sin que ninguna autoridad del Gobierno haga algo para frenar este daño a la “madre naturaleza”.
De hecho cada vez son más las áreas montañosas que están siendo negociadas a título de concesiones mineras.
Más allá de ello la contaminación originada por la minería (legal e ilegal) está “matando” a los ríos, como el Kaká en Coroico, que según los medioambientalistas se convierte en el ejemplo más nítido del futuro que les espera a los ríos yungueños.
Un estudio, realizado por Iván Paredes, revela la magnitud de los efectos de la contaminación de los ríos de la amazonia boliviana, por efecto de las dragas que operan día y noche en la explotación de oro.
Ubicado en el departamento de La Paz, el río Kaká nace de la confluencia de los ríos Mapiri y Coroico, uniéndose luego al río Beni, en este río se incrementó la presencia de dragas (gigantescas barcazas) como motobombas que succionan el manto barroso de los ríos para luego usar grandes cantidades de mercurio lavar el sedimento y extraer oro en polvo.
Esta práctica depredadora tiene grandes efectos y daños a los ecosistemas, tomando en cuenta que los ríos son una fuente de vida en la amazonia.
El color del río Kaká cambio sus aguas son turbias y con manchas de petróleo, por el uso de diésel, no hay peces, no hay animales silvestres, sólo el motor de al menos 20 dragas se escucha en medio del bosques.
Los mismos efectos se puede advertir en los ríos de Teoponte, Mapiri y Yara. Donde antes había especies de peces baure, suche, pacú, entre otros, ahora no existen, fueron diezmados por el mercurio o plomo.
“Pescar acá era una belleza. Se podía sacar peces, pero ahora, por la contaminación con mercurio, ya no es posible. Jugar en el río era posible. Hoy los niños no vienen por toda la actividad minera”, reprocha Waldo Ramos, poblador del lugar.
Según el estudio de Paredes, basados en datos del según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), desde 2005 hasta 2016, las importaciones de mercurio hacia Bolivia se incrementaron 646 veces, pasaron de 369 kg a 238 330 kilogramos.
Mayaya es una localidad del municipio de Teoponte. Está a orillas del río Kaká y se convirtió en el cuartel de los ciudadanos extranjeros que explotan oro. El poblado lo tiene todo, pero el negocio más competitivo es la venta de diésel. Un equipo periodístico de Mongabay Latam y El Deber pudo presenciar cómo un comerciante atendía un pedido grande: le pidieron llenar 30 barriles de 159 litros cada uno en dos horas. Su contacto es un ciudadano chino que opera con dragas.
Este mismo estudio establece que el sector minero es responsable de cerca del 70 % de las emisiones y el consumo de productos con mercurio. De esa cifra, el 47% es producto de la explotación aurífera.
El estudio de Paredes concluye que el sector minero es responsable de cerca del 70% de las emisiones y el consumo de productos con mercurio.
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