Recuerdos del presente
Todo marcha como lo previsto por los asesores cubanos y venezolanos en el tema de las elecciones “primarias”, las únicas del mundo en que cada partido tiene un solo candidato.
El Tribunal Supremo Electoral (TSE) responde como estaba previsto, obedeciendo al gobierno y descartando todos los eventuales problemas, ya sean opositores o técnicos que pudieran perjudicar el fraude.
Los empleados públicos paceños aceptan ser acarreados por todo el país en incómodos autobuses y alojados en pocilgas, sólo para hacer bulto en las proclamaciones del binomio vetado por un referéndum.
Todo estaba yendo a pedir de boca, pero alguien ha observado un detalle que ahora tiene afligidos a todos los operadores, comenzando por Wálter Chávez.
Se sabe que Nicolás Maduro no cae porque hay cinco millones de empleados públicos dispuestos vender muy cara la posibilidad de ser despedidos.
Y que los milicos venezolanos se hacen ricos vendiendo gasolina de contrabando, un negocio en el que también están los milicos bolivianos, aunque en menor escala.
El dilema en cuestión es cómo hacer para que los empleados públicos bolivianos respondan bien en las primarias y luego en las generales.
Los datos son interesantes. Los masistas a cargo de la campaña saben que de todos los empleados públicos que existen en La Paz, sólo 24,54% están afiliados al MAS.
Aquí algo falló. ¿Por qué no están inscritos todos?
Encontrar una solución para aplicarla en las elecciones primarias ya es tarde. Nada se puede hacer. No se les puede obligar a inscribirse en el partido.
La duda más terrible es la que plantean expertos venezolanos: ¿si se diera un resultado en que los votos blancos o nulos fueran mayoría?
El antecedente es que en las elecciones para elegir a las actuales autoridades judiciales 70% de los votos fueron nulos o blancos, además de que hubo el mayor ausentismo de la historia.
¿Se puede controlar esto? Hay un militar masista a cargo de elaborar una estrategia que permita evitar el desastre. Un resultado adverso en las primarias sería el acabose.
La primera idea es insistir en que el voto en las primarias no es obligatorio. Pero eso choca con la intención del presidente Evo Morales de conseguir una avalancha de votos que haga olvidar el 21-F.
Los empleados públicos miran de soslayo. Saben que no se les podría identificar en el caso de que votaran nulo o blanco.
Alguien mira al que inventó esto de las primarias, y lo está comenzando a odiar.
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