La política económica que ha puesto en práctica el gobierno actual desde hace trece años ha modificado en forma notable el sistema alimentario de la población al aumentar en general la importación y consumo de productos alimenticios. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), ese procedimiento no solo está dirigido a la población humana, sino está dirigido a los mascotas (perros y gatos, especialmente) que en altos porcentajes se alimentan con productos importados.
El indicador más notable en este tema es que desde el año 2008 al 2018, el 70 por ciento de lo que consumen los animales domésticos en el mercado nacional es de origen importado. Vale decir que un elevado porcentaje de la comida balanceada es de origen extranjero y no se consume productos nacionales.
Pero no solo se trata de un problema alimentario, sino que, en primer lugar, el país está importando crecientes volúmenes de alimentos para animales, sin que existan posibilidades de revertir esa situación. En efecto, las cantidades de comidas para perros, gatos, etc. tienen una notable tendencia a subir y, en ese sentido, mientras hace diez años se importaba solo 3.800.000 kilos brutos de productos alimenticios, por una creciente tendencia sostenida, el año pasado se importó 14.110.000 kilos brutos, vale decir, un aumento considerable.
Pero el problema no termina ahí, sino que más bien recién comienza, ya que la importación de esos artículos se hace con creciente cantidad de divisas, lo cual significa un “desangramiento” de recursos y empobrecimiento del país. En efecto, la cantidad de divisas-oro que gasta el país para dichas importaciones creció en forma sustancial y los números revelan niveles muy preocupantes. En ese sentido, señala el INE que mientras hace diez años (2008) solo se importaba por valor de un poco más de 3 millones de dólares, el año pasado (2018) se importó nada menos que ¡14 millones de dólares! de esos productos balanceados, o sea un incremento considerable.
En esa forma, la política económica vigente que aplica, por un lado, el libre comercio y, por otro, el antiproteccionismo, incrementa las importaciones, combate la producción nacional y, en una visión colonial, facilita la fuga de divisas. Se benefician con esos recursos monetarios las países que nos venden los “balanceados”, que son principalmente Argentina, Brasil, Francia y Perú y, en esa forma, funciona un sistema de medidas económicas según el cual el Estado actúa en interés de determinados sectores privilegiados de la población, como ser la burguesía importadora y los contrabandistas que introducen al país trailers con los alimentos para perros y otras mascotas.
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