En el contexto sudamericano los resabios del racismo aún se manifiestan mediante ciertas mentes retrógradas y troglodíticas.
Para el colmo de males, en países vecinos, grandes y superpoblados. Y que presumen de sus logros científico - tecnológicos. Pero que, desgraciadamente, sobreviven extenuados por el fenómeno de la corrupción. Con un ex presidente en el presidio por ese hecho estigmatizador. Una dignataria de Estado suspendida de sus funciones por sospechas en ese mismo caso.
La convivencia civilizada, sin reparos en los rasgos raciales, fue un avance lento, doloroso, pero histórico, no sólo en la región sino en el mundo. Un proceso socio – político que ha priorizado la igualdad de Derechos y oportunidades entre la especie humana. Una fase, de trascendental importancia, que tiende a profundizarse en el tiempo y espacio. En esa perspectiva muchos de los Estados y gobiernos han adquirido un serio compromiso con ese objetivo. Pero hay elementos trasnochados que se han zafado de esa realidad.
Ahí tenemos, por ejemplo, a uno de ellos, el parlamentario brasileño de apellido Amorim, quien, empleando el vocablo peyorativo de “indio”, ha menospreciado al conjunto de la ciudadanía boliviana. Término que ha lastimado, profundamente, a todos los que han nacido en esta tierra, digna de mejor suerte. Palabras desafortunadas que fueron rechazadas y censuradas por quienes enarbolan dignamente la tricolor. Los tiempos de la ignominia han pasado a la historia y ahora nos toca hablar de tú a tú con aquellos que asumen aires displicentes.
El indio para el mencionado parlamentario es lo más insignificante. Es un ser inferior, en la escala de los valores humanos. Posiblemente él corresponde a la raza superior. A esa que hizo gemir a quienes se creían representantes de la religión monoteísta más antigua de la historia: los judíos.
No conocemos y tampoco nos interesa conocer sus orígenes. La cosa es que se ha desenmascarado como el enemigo irreconciliable de los bolivianos y de los indios, en particular, del país.
El indio, para mucha honra, mediante sus descendientes, directos o indirectos, ha enriquecido las páginas de la historia nacional y de América. Con un militar, a quien también lo zaherían llamándolo indio, por su madre que provenía de la dinastía inca, que intentó construir la Patria Grande, como signo de unidad, de confraternidad y solidaridad, entre dos pueblos hermanos, en el Cono Sur.
Asimismo tuvimos indios, entre civiles y sacerdotes, que participaron de la gesta liberadora de 1825. Y notables pensadores que marcaron el desarrollo cultural en el pasado mediato.
En suma: de estos aspectos debería interiorizarse antes de abrir la boca el parlamentario brasileño de marras.
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