Nacido para ser Rey
Todos conocemos la historia: Arturo era el hijo bastardo del Rey Uther Pendragon y, después de ser criado por un noble sin conciencia de su origen real, fue llevado a Londres de donde sacó la espada del yunque que había colocado su padre. Obviamente: Arturo -con ayuda del mago Merlín- saca la espada de la piedra y unifica todos los reinos de la isla con justicia. Poco después, funda Camelot, tiene una mesa redonda, caballeros, esposa, y todos vivieron felices.
Eso precisamente no es lo que sucede en Nacido para ser Rey (The Kid Who Would Be King), una nueva reversión del clásico esta vez dirigido por Joe Cornish, pero esta vez con niños.
Aquí, el joven Alex (Louis Ashbourne Serkis, hijo de Andy Serkis, el actor de voz profunda que interpretó a Gollum en la trilogía de El Señor de los Anillos y El Hobbit -Peter Jackson-, o a César en El Planeta de los Simios -2011, es un colegial que se ve a sí mismo como un don nadie, esos niños de buen fondo pero poco populares… hasta que, huyendo de unos abusones, se topa con Excalibur y se sumerge en un mundo de acción y aventuras, donde se unirá a sus amigos, entre ellos Merlín (Patrick Stewart), para derrotar a la malvada bruja Morgana (Rebecca Ferguson).
La película tiene un tono divertido. Son aventuras juveniles con leves trazos artúricos, con elementos fantásticos, que de una forma peculiar pueden enganchar a los jóvenes y entretener a los mayores.
También es un testimonio de la naturaleza imperecedera de la saga artúrica, que renace y se renueva continuamente desde hace siglos y siempre funciona. Además, su subtexto, un país dividido y sin un líder, sigue siendo de actualidad (recordemos la situación británica con el ‘brexit’).
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