Mucho antes de que existieran las normas jurídicas o las leyes que rigen un Estado, en los pueblos indígenas de Bolivia había una justicia, donde los comunarios castigan algún acto delictivo con trabajos forzados para la comunidad o castigos físicos.
Actualmente Bolivia es un Estado regido por normas, donde cada acción incorrecta sea castigada, de acuerdo con los sucesos coyunturales del país, como los feminicidios, infanticidios, abuso de autoridad, incluso las negligencias médicas; se tuvo que crear normas que protejan a esta población vulnerable. Es satisfactorio pensar que con las leyes que protegen, un ser humano puede estar seguro en este país, ya que con las mismas prevalecen los derechos.
La realidad es que muchos bolivianos perdieron la fe en la justicia de su país, ya que el culpable con solo tener un cargo de poder, o ser familiar de alguna autoridad o por el simple hecho de tener dinero puede comprar a los abogados, jueces y policías. Un ejemplo claro: un delincuente encontrado infraganti robando después de las 24 horas saldrá libre por falta de pruebas, pero un inocente que no cuente con el dinero para pagar su libertad será juzgado y metido preso.
Todas estas situaciones ocasionan que muchas personas tomen la justicia en sus manos.
Bolivianos han preferido tomar esta justicia en sus manos alegando que un delincuente tiene mas ley que un inocente, lo que conlleva a que sean ellos mismos los que castiguen a los violadores, asesinos y ladrones físicamente; incluso varios de esos castigos llegaron a ocasionar la muerte de estas personas.
La verdad es que la corrupción de determinados operadores de justicia y autoridades gubernamentales deja la vía libre para que la aplicación de justicia se distorsione. Y así la justicia comunitaria ha llegado a tener múltiples expresiones incoherentes con sus principios teóricos, llegando de esta manera a ser mal nombrada. La justicia ordinaria cae exactamente en el mismo error y solo trae desesperanza entre quienes necesitan ver realizadas sus aspiraciones de justicia. Ambos sistemas jurídicos están profundamente deteriorados y requieren ser reformados en función de las exigencias y necesidades de la realidad fáctica.
Se debe considerar que la justicia comunitaria no es linchamiento, no es asesinato. Es inusual y es un defecto de ciertas prácticas comunitarias incurrir en linchamientos y asesinatos. Los castigos más fuertes son el destierro, el azote y algunas formas particulares de flagelación (castigos que tienen sus variaciones en las distintas comunidades). Sin embargo, en muchos de los casos, como en el del brasileño asesinado y los jóvenes apedreados y quemados que terminaron en una muerte desgarradora, terminan siendo el producto de la falta de fe en la justicia boliviana y la malinterpretación de la justicia comunitaria.
El autor es MSc. Comercio Internacional y Negocio (Kyung Hee University) Corea del Sur, Dr. Gestión del Desarrollo y Políticas Públicas (UMSA) Bolivia.
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