La unión construye y la división destroza

Desde la fundación del país, empezando por lo expuesto por los libertadores Bolívar y Sucre, se ha sostenido a través de generaciones que, para superar los problemas, es preciso que la unión sea práctica de todos; se ha esperado que las capas dirigentes den el ejemplo de unidad y actúen conforme a las exigencias que demanda la conformación del nuevo Estado y, con miras al futuro, desechar cualquier antagonismo, complejos que inciten a destrozar lo bien hecho, lo que se ha construido hasta conseguir la liberación del dominio español; pero…

Contrariamente a ese buen propósito de conseguir la unidad, más han podido los antagonismos y las diferencias no solamente entre componentes de entidades y grupos, sino, muy especialmente, de los políticos que cada uno, a su modo, quería imponer sus criterios, ideas, pensamientos e intenciones sobre la forma en que debe conducirse al país. Los antagonismos y las diferencias, los complejos y las posiciones de orgullo y soberbia han podido más que las más sanas intenciones.

Esta es realidad que actualmente se vive y muestra un panorama de división, de dislocación de los valores y olvido de intenciones y promesas en aras del bien común. El gobierno y su partido hacen propaganda de unión entre ellos; pero, si se considera detenidamente lo sucedido desde el año 2006, se concluye en que más han podido los intereses creados y las conveniencias en el mismo partido que hoy, en los resultados, muestra desunión porque…

Bien se puede sostener que el gobierno y su partido están divididos entre los que empezaron el año 2006: los unos, conscientes de las razones que los hizo partícipes de las “políticas de cambio”; cambios para superar lo malo ocurrido en el país como el abandono de posiciones contrarias a las mayorías, muchos manejos irregulares de la economía; falta de conciencia de país, presencia de intereses de grupos interesados en enriquecerse y de aquellos que lo utilizaron para servirse y no entender que habían sido designados gobierno para servir al país y no servirse de él.

El otro grupo, el que vio la oportunidad del despilfarro, del aprovechamiento ilícito de los bienes y riquezas, para emprender negocios y encomiendas en favor de quienes les confirieron autoridad. Aprovecharon las situaciones de bonanza por los altos precios del gas, los minerales y pocas materias primas que exportamos, precios que, además, fueron fruto del mercado mundial y nada, absolutamente nada, efecto de lo que el gobierno haya hecho o conseguido para que la producción sea factor decisivo de riqueza, creación de empleo y diversificación de la economía.

Esta es realidad que ha determinado que el gobierno esté tanto o más dividido que la oposición; dividido al extremo de que una buena parte ha olvidado los compromisos de cambio y de servicio a las causas del pueblo; cambios que han servido solamente para el enriquecimiento de pocos y mayor pobreza de las mayorías; cambios que dieron al vacío con las buenas intenciones y que crearon una especie de aureola en los gobernantes que también olvidaron sus promesas iniciales y dedicaron su vida a viajar, producir “razones” para mayor propaganda y publicidad; cambios que han determinado olvido de lo que debían cumplir como es servir al país y cuidar que la corrupción no sea el latigazo de cada día para el pueblo que muchas veces lamenta el haber elegido a quienes se creía estarían al servicio de la nación.

Esta situación se ha encargado de dividir al gobierno y al partido Mas que, enceguecidos por una ideología equivocada, han contribuido a crear el llamado Socialismo del Siglo XXI con pésimos resultados porque parece que sólo buscaron la resurrección del comunismo que ha periclitado en todo el mundo por ser contrario a los derechos humanos, al desarrollo y progreso de las naciones, en búsqueda y encuentro de mejores condiciones de vida.

Hoy, conjuntamente el MAS, en el mismo problema de división que los destroza, están los partidos que intervendrán en las elecciones primarias con miras a elecciones de octubre; partidos que no saben ni quieren practicar la unidad, la concordia, la vocación de servicio. Las experiencias han demostrado que la división determina enfrentamientos, discordias y pugnas, rivalidades y contradicciones, antagonismos y diferencias radicales que, más temprano que tarde, desencadenan en conflictos que destruyen la paz y la concordia.

A pocos días de las elecciones primarias, calificadas como innecesarias y carísimas para el pobre peculio nacional, el panorama que se observa en el país es, por un lado: unidad para conseguir una reelección ilegal; por otro lado, conductas nada acordes con los principios de unidad de partidos de la oposición que, en los hechos, defraudan la confianza y esperanzas del pueblo.