(Washington. Por Erick Foronda ).– Elliott Abrams ha sido designado por la Administración del Presidente Trump como delegado especial para dar solución a la crisis de Venezuela. “Profunda, peligrosa y difícil”, caracterizó Abrams la crisis venezolana en su primera declaración como la persona clave para avanzar en la transición de Venezuela hacia un gobierno democrático, sin que se desate una espiral de violencia.
Abrams dijo estar contento de retornar al Departamento de Estado después de 30 años. No es un funcionario desconocido. Ha ocupado cargos altos y manejado temas sensitivos; entre ellos ha sido protagonista principal del bullado caso Irán-Contra, rol por el que el Congreso de Estados Unidos lo sancionó, pero el gobierno de George W. Bush le perdonó.
El Secretario de Estado Mike Pompeo dijo que Abrams “será un verdadero activo para nuestra misión de ayudar al pueblo venezolano a restaurar por completo la democracia y la prosperidad en su país”. Pompeo dijo que Abrams comenzó a trabajar de inmediato. De hecho, hoy sábado están en Nueva York y el lunes comienza a viajar por los países de la región. Entre sus visitas se encuentra una muy probable escala en Bolivia, para hablar con el gobierno de Evo Morales.
Político, abogado y escritor trabajó en el Departamento de Estado en los gobiernos de los presidentes Ronald Reagan y George W. Bush como subsecretario de Derechos Humanos (1981 y 1989) y como subsecretario de Asuntos Interamericanos (1985 y 1989). Tiene 71 años. Algunos lo caracterizan como un “neoconservador” y por supuesto que está catalogado como un verdadero halcón.
Durante el gobierno de Reagan fue muy criticado por el apoyo que dio a las organizaciones de derecha en Nicaragua y en El Salvador. “En uno de los incidentes más recordados de su gestión, Abrams desestimó en un primer momento la masacre de El Mozote, en la que cerca de 1.000 civiles fueron asesinados por unidades del ejército salvadoreño”, recuerdan medios de comunicación de Nicaragua.
Posteriormente se declaró culpable de delitos menores por ocultar información al Congreso durante el escándalo Irán-Contra, cuyas repercusiones llegaron inclusive a Bolivia, pues se argumentaba -sin al final probarse- que “Irán-Contra” llegó a ramificarse con sectores que traficaban cocaína.
Esta operación permitió al gobierno de Reagan financiar en secreto a las fuerzas contrarias al gobierno sandinista en Nicaragua mediante la venta de armas a Irán. Abrams fue perdonado posteriormente.
En otro capítulo de su vida, Abrams formó parte, luego del gobierno americano como asesor del presidente George W. Bush a cargo de temas de derechos humanos y Oriente Medio.
El nombramiento de Abrams no deja de sorprender: el presidente Donald Trump rechazó su candidatura de 2017 para ser subsecretario de Estado después de enterarse de que Abrams lo había criticado. Abrams es una de las pocas personas que criticaron a Trump durante la campaña de 2016 y aún así se les ha permitido unirse a la administración republicana.
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